—Me cansé, una palabra más y te juro que te voy a golpear— Una sonrisa sádica se apodera de su rostro, otra vez.

—Vaya, pero si eres toda una chica violenta...—deslizó la mano por su cabello dejando a un lado la pelota. —Nada comparado a la chica solitaria que muestras fuera de estas paredes.

—Listo, me iré a bañar— dejo bruscamente el libro sobre la cama antes de tomar la toalla y las sandalias. Mis manos exigían estrangularlo con desesperación y era algo que esta institución no me podía permitir.

Camino por los pasillos con lentitud en busca del baño, implorando que no fueran mixtos. Kirian era una maldita explosión con la que lamentablemente debía permanecer los últimos tres meses de estudio. No terminaba el primer mes y ya estaba exhausta. Todo lo comparaba con cuentos y no dejaba de hablar, bromeaba de forma perversa y hacía lo posible por sacarme de mis casillas.

—Joder— mascullo entre dientes mirando el cartel en la puerta. Todo aquí era mixto.

Empujo la puerta mientras me quito la ropa caminando hacia las duchas, la habitación solo de cerámica no tenía duchas individuales, sino una gigante, repleta de llaves en las que cada uno debía cuidar su espacio personal. Suspiro adentrándome en esta y me apodero de una llave dejando a un lado la toalla.

No existía algo mejor que sentir el agua tibia escurrir por tu cuerpo en una linda noche estrellada.

—Vaya, vaya, vaya...— No de nuevo. Salto sosteniendo la llave de agua. ¿Cuando dejaría de molestar?

—¿No puedes bañarte después?— cubrí mis ojos al ver su torso desnudo.

—Pero que chica más... ¿inocente?— soltó una risita acercándose a la rejilla que protegía las duchas. —Mira caperucita vamos a hacer algo,— Bajo despacio la mano observando cómo caminaba hacia el interruptor, —voy a apagar la luz, tú no me ves, yo no te veo y todos felices. Porque no pienso quedarme aquí fuera, muerto de frío— hago una mueca adaptándome a la poca oscuridad de la habitación, nunca se había ido la luz. Solo hacía ligeramente beneficiosa la vista, podía ver el regulador del agua y aunque no lo quisiera, a Kirian desnudo.

Me volteo apurando el ritmo del lavado basado en empaparse de agua, tomé el envase de shampoo cercano y lo comencé a presionar para de una vez por todas comenzar a lavarme el cabello.

—Agh— suspiro soltando un bufido mientras me volteo un poco. —Kirian...

—Joder, que susto—da un pequeño salto sonriente. Su mirada quemaba mi piel, —Pensé que estaba solo, ¿Caperucita eres tú?.

—No imbecil, soy tu madre— su carcajada retumba en la habitación mientras se voltea a mirarme y yo vuelvo a darle la espalda —¿Tienes shampoo o gel que me prestes?

—Claro, vale... ¿no podemos compartir ducha pero si shampoo? ¿Que bien, no?

—Y habitación tampoco que no se te olvide— me muerdo la lengua golpeándome mentalmente por lo que había dicho.

—Con esa actitud no te ganas nada, Rojita.

—¿Lo siento?

—Ten— Me tiende el envase evitando la cercanía y en este momento es lo que más agradezco.

Abro el envase de shampoo y sin más lo comienzo a aplicar, mis pies gritan que salga corriendo pero hasta que no me bañe no pienso irme de aquí. No me agrada pasar mucho tiempo con Kirian "el señor invasivo" y menos si es sin ropa. Masajeo mi cabello con rapidez sintiendo una extraña textura, como si el shampoo tuviera vida propia y se moviera por si solo.

¡Hey, Chica invisible! [ #1 ] (REESCRIBIENDO)Where stories live. Discover now