Andrea exhalo todo el aire que había en sus pulmones, se puso de pie para dirigirse hasta el baño, una vez allí inició su rutina. Tras salir de la ducha, vistió unos pantalones negros, una camisa de mangas largas color blanca, sobre esta se colocó un suéter azul claro. Cuando estuvo lista, caminó hasta la cocina en busca de algo para echarle a su estómago. Tomó unas galletas de la despensa, pero bastó con unos cuantos mordisco para abandonar la tarea de comer algo, aquel sabor amargo de la incertidumbre moraba en su paladar.

Tomando su maletín y abrigo salió de su casa. Fuera hacía mucho frío, el otoño pronto llegaría a su fin, dándole paso al crudo invierno que caracterizaba la ciudad. Los Rieles era un lugar rodeado por amplios bosques. Era una zona rica en vegetación, durante el verano florecen abedules y sauces enanos, hierbas, musgos y flores de hoja perenne. Era una ciudad que se encontraba en el mismo centro del país, no era las más habitada, tampoco la más grande pero se acercaba mucho a ambas. Cuando se mudó al lugar lo hizo con la intención de escapar, sin saber que el destino siempre pondría aquello que le atemorizaba en el camino.

Sin darle larga al asunto se apresuró a la parada de autobús. Trabajaba como profesora en uno de los colegios privados de la ciudad. Siempre le gustó enseñar, tenía cierta debilidad por lo niños y disfrutaba estar con ellos. Pero lo que más amaba de su empleo, eso que siempre la motivó a ir por más, era la sensación de ser escuchada, ese sentimiento de superioridad que sentía al estar frente a una clase. Ella la maestra, ellos los alumnos. Ella la autoridad, ellos los subordinados. Sentirse de esa manera la avergonzaba, había tratado, sin éxito, recluir dentro de ella esas sensaciones, pero nunca llegaría a despegarse de las mismas. Porque muy dentro de sí, en lo más profundo de su corazón, anhelaba continuamente sentirse escuchada.

Las horas pasaron con lentitud. Miraba a los alumnos pasar, a sus compañeros ir de un lado a otro en la sala de profesores, miraba el reloj, como las manecillas luchaban por avanzar, por llegar al final. A la hora del almuerzo se sentó alejada de todos, miraba por las ventanas como a los lejos se alzaban los árboles cuyas puntas parecían tocar el cielo, preguntándose si aquello que la mantenía en ese estado de preocupación se encontraba dentro de las entrañas de este.

Al llegar a casa se despojó del abrigo, lanzó el maletín a una esquina y se echó en el sofá, colocó uno de sus antebrazos sobre sus ojos. Su casa se encontraba en los suburbios de la ciudad, una zona llena de pequeñas casas cuyos patios lindan con el límite del bosque. La ansiedad iba en aumento. No había comido nada, salvo las galletas de esa mañana. Su estómago estaba revuelto, su mente era un caos. Se mordía las uñas nerviosamente. Se sentía amenazada, agobiada, inquieta. Algo oscuro se acercaba. Algo más fuerte que ella, algo que se le escapaba de las manos, que no podía controlar.

Al no poder aguantar más el sentimiento de opresión que sentía en su pecho y el sentir que se asfixiaba, tomó su abrigo y salió a caminar.

Vago por un largo tiempo en un estado de trance, sin ser consciente del lugar hacia dónde se dirigía. Se percató de eso cuando estuvo bastante lejos como para no ver siquiera el borde de las vallas del pueblo. Se había jurado no pisar aquel lugar, pero allí estaba siguiendo su instinto. Instinto. Una pequeña risa brotó de sus labios cuando esa palabra llegó a su mente. Ella no seguía su instinto, solo los animales lo hacían y ella no era uno de ellos.

Se paró abruptamente cuando sintió que el vértigo y las náuseas la invadían, apoyó su mano en el tronco de un gran sauce. La temperatura parecía descender cada segundo más, parecía que su abrigo no le podía brindar calor. Se desmoronó en el frío suelo, se llevó una mano al costado izquierdo, le dolía horrorosamente, como si la hubiesen apuñalado, respiro hondo y cerró los ojos.

Una lluvia de imágenes espeluznantes venían unas tras otras a su mente. No se quedaban por mucho tiempo, cambiaban con rapidez pero pudo captar algunas cosas, cosas que hacían que su corazón latiera con mucha rapidez, que el habla se le fuera y su respiración fallará.

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⏰ Last updated: Dec 15, 2020 ⏰

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