Era simplemente hermosa.

El sonido de mis botas golpeando contra la nieve que cubría las calles de la ciudad quedaba sofocado por el latido descarrilado de mi corazón y mi voz gritando a los cuatro vientos el nombre de la chica castaña que iba varios metros delante de mí.

— ¡Jade! — grité con todas mis fuerzas mientras un dolor punzante en mi abdomen me obligaba a bajar la velocidad.

Mis pulmones rogaban por aire pero no podía hacerles caso, no si quería alcanzarla.

No entendía nada, primero había aceptado mi cita de la manera más extraña posible, después llegó oliendo a alcohol a tirar bromas y pedirme besos.

¿Y ahora corría hacía no sé donde?

¡Carajo, jamás tuve que dejar los entrenamientos en vacaciones y aceptar la comida que la abuela hacía!

— ¡Asher sube al maldito coche! — gritó Noam desde la ventanilla de la camioneta mientras se orillaba.

Sin pensarlo tome asiento en el lado del copiloto ignorando en todo momento las miradas asustadas de mis abuelos quienes iban en la parte de atrás.

— ¡Manejas como una puta tortuga! — gruñí en dirección a Noam.

— Bueno pendejo, no traigo cadenas — respondió rodando los ojos —, si no quieres que nos resbalemos por el hielo y acabemos atropellando a Jade o caigamos al lago para terminar de matar a todos cierra el hocico —

— ¡Concéntrese, carajo! — gritó la abuela desde atrás — Dejen de pelear y mantengan la vista en el camino —

— ¿Por qué corrió? — preguntó Noam mientras giraba a la derecha.

— No tengo ni idea — respondí mientras estiraba el cuello para intentar ver a Jade quien al parecer había ido calle abajo en dirección al lago.

— ¿Le hiciste algo? — preguntó el abuelo con el ceño fruncido.

— Nada que ella no quisiera — respondí sin prestar mucha atención, estaba demasiado ocupado rezando para que no estuviera huyendo de mí bajo la primera excusa que se le vino a la cabeza.

Sentía como la adrenalina recorría mi torrente sanguíneo en compañía al pánico, era como si en cualquier momento me fuera a desmayar. La cabeza me daba vueltas y mi corazón amenazaba con salir disparado de mi caja torácica.

— ¿Estaban peleando? — preguntó Noam.

— No, nos estábamos besando — dije rodando las cosas — ¡Oigan no es mi puta culpa que se haya salido corriendo, estoy tan confundido como ustedes! —

— Bueno, no sería la primera vez que te la coges y después la haces huir, ¿no? — bramó mientras aceleraba un poco.

— ¡¿Qué dijiste, cabrón?! — pregunté girando en su dirección para tomarlo del cuello, el automóvil se movió con brusquedad cuando lo sacudí un poco — Vuelve a decir algo sobre nosotros y te juro que te voy a partir la cara en dos —

— ¡Asher, está manejando! — gritó el abuelo mientras me tomaba con fuerza de los hombros y me empujaba contra el asiento del automóvil.

— ¡Muy listo, pequeño! — exclamó Noam con una sonrisa de superioridad mientras comenzaba a bajar la velocidad cuando llegamos al final de la calle.

Un pequeño estacionamiento se abría paso frente a nosotros, con un par de coches de policía ocupando el espacio.

Ni siquiera supe cómo fue que baje del coche en movimiento sin hacerme daño pero lo logre de alguna estúpida forma.

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