Capítulo 30: Aquello que una vez sucedió.

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Emma la miró horrorizada por un momento, sintiendo que había dado de lleno. Que la chica había tardado en darse cuenta de ello un instante, cuando ella aún solo empezaba a ser consciente. Cuando se daba cuenta que los demás motivos eran solo excusas para enmascarar el real. El verdaderamente importante.

Emma suspiró, aunque lo sabía, eso no quería decir que fuese fácil. Porque no lo era, para nada, sobre todo ahora que se sentía en una especie de contrarreloj, y que era consciente de que no podría retrasarlo más. No dijo nada, solo se dejó caer hacia un lado, y apoyó su cabeza en el hombro de la elfa.


Hacía tiempo que no estaban todos juntos. Hacía tiempo que no habían podido descansar sobre la extensa llanura de detrás de la escuela, debido al frío. Y hacía tiempo que esa sensación de tranquilidad y comodidad por el simple hecho de estar unos con otros no les invadía, después de la incómoda situación que había surgido a raíz de que Emma hubiera revelado que era una maga negra. Pero ahora que la temperatura era notablemente más cálida y acogedora, y que parecía que tras la reconciliación de sus dos amigos su relación había vuelto a la normalidad, era de esperar que hubieran regresado a sus costumbres habituales.
Emma giró su cabeza hacia el chico tumbado a su lado, mirando el cielo, y, aprovechando que los demás tenían su atención centrada en otro cosa, le preguntó al rubio:

-Bueno, ¿y qué tal van las cosas con aquel chico? -preguntó con picardía.

Doyle sacudió la cabeza mientras sonreía.

-No, nada, hace tiempo que no nos vemos ni quedamos. Desde antes de los finales, casi. -contestó, encogiéndose de hombros.

Emma esbozó una mueca de decepción.

-Pues vaya, que pena, y yo que quería algo de salseo. -rió-. ¿Sigues sin querer decirle nada a quien yo me sé?

Doyle la miró impresionado, mientras negó con fuerza.

-¿Estás loca? -preguntó, antes de fruncir el ceño-. ¿Es que no lo sabes, Vanesa no os ha dicho nada?

Emma le miró fijamente, confusa, antes de recordar sus sospechas sobre el secreto que guardaba Vanesa. Es cierto, casi estaba segura que Arthur y ella tenían algo. Solo esperaba el día en que su amiga se decidiera a contárselo. Emma comprendía por qué su amigo de cabellos dorados se había vuelto tan reacio a decirlo, suponía que Arthur ya le habría hablado de su nueva relación.

-Esta mañana me he encontrado con los Donovan otra vez. -comentó de repente la voz de Adrián, apartándoles de su actual conversación y centrándoles en otra distinta-. Parecían seguros, Emma, de que tu regreso no duraría mucho, que pronto nos dejarías a un lado para juntarte con los que "realmente eran como tú". No sé por qué solo de escucharlos se me eriza la piel. Sus comentarios me enfurecen especialmente, más que los de cualquier otro. -suspiró-. Y, si he de ser sincero, últimamente escucho muchos sobre ti.

Emma se encogió de hombros.

-Me da lo mismo lo que tengan que decir otros, si es para malmeter y meterse en mi vida. -asintió-. Por otra parte, llevo bastante sin cruzarme con los endemoniados mellizos, que ya me parece irreal. Pero no me quejo por ello en absoluto. -rió. Todos rieron con ella.

-Oye, -empezó a decir el más pequeño y moreno del grupo-. estaba pensando... Aquella esfera de magia negra que les atacó, aquel día que se montó un gran revuelto, fuiste tú, ¿verdad? No fue un ente extraño ni alguien desconocido, ¿no es cierto? Eras tú a la que los maestros protegían, la que estuvo a punto de mandar a Batz a la enfermería. -interrogó Oteo, mirándola con una mezcla entre curiosidad y reparo-. Es solo que se me pasó por la cabeza cuando... bueno, cuando supimos la verdad sobre tu magia.

Emma: La calma precede la tormenta.Where stories live. Discover now