Capítulo 30: Aquello que una vez sucedió.

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-Me sentía inspirada, hace una noche maravillosa. -afirmó sin volverse, todavía con la mirada fija más allá del ventanal.

Emma alzó las cejas, sorprendida. Ella casi había llegado a pensar todo lo contrario. Era curioso cómo cada persona era capaz de encontrar la belleza en cosas completamente distintas.

-Pero si hace un viento horrible, y no hay estrellas. -solo pudo responder la chica, aún quieta.

Rose se giró hacia ella, y esbozó una delicada sonrisa.

-Pero a mí el viento logra calmarme. Oírlo es música para mis oídos. -pestañeó sutilmente-. Por eso pensé que tal vez te podría tranquilizar a ti también. -comentó-. No he podido evitar notar que últimamente estás algo inquieta y ausente, y creí que quizá algo estaba turbándote. -dobló los brazos-. No suelo tocar delante de nadie, pero tú no eres cualquiera. -afirmó con una amplia sonrisa, demasiado sincera para que a Emma no le conmoviera.

Emma la miró impresionada, mientras un sentimiento de leve culpa nacía dentro de ella. Mientras la chica se había paseado de un lado a otro como un torbellino, su compañera de cuarto había estado preocupada por ella todo el tiempo. Y entonces recordó esa noche, cuando tuvo aquella horripilante pesadilla, y no pudo evitar rememorar la calidez de la infusión que le había preparado la elfa en sus labios, para calmarla. ¿Por qué había tardado tanto en darse cuenta verdaderamente en su presencia? ¿Por qué no había logrado fijarse hasta ahora en lo mucho que Rose, desde la oscuridad, había estado haciendo por ella? De repente se sintió terriblemente arropada y agradecida, y solo pudo avanzar hacia ella y darle un abrumador abrazó, que casi consiguió desestabilizarla.

-Gracias, Rose, de verdad. Te agradezco profundamente la intención.

Ella sonrió con ganas, estirando sus finos y rosados labios.

-Para eso están las amigas, ¿no? -preguntó, como si fuera algo que la hubieran enseñado un día y ella lo encontrara completamente obvio.

Emma asintió.

-Supongo que sí. -contestó, antes de soltarla. Y poco después se sentó sobre la cama, pensativa. De repente, sentía como ciertas palabras querían escapar de su boca, palabras que todavía no habían sido pronunciadas en voz altas. Dudas y temores que por un momento Emma se sintió tentada de revelarle a su amiga. Y, como no tenía ningún motivo para no hacerlo, al final las acabó pronunciando. -Hace tiempo me encontré con un hombre, alguien tenebroso y malvado, sin remordimientos ni moral. Alguien que consiguió hacer de mi mundo un lugar un poco más oscuro, y que anidó en mí un continuo e incesante miedo. -Rose, que de repente se había puesto seria, se sentó junto a ella en la cama, dispuesta a darle toda su atención-. Lo había olvidado, por un hechizo no recordaba el motivo por el que me sentía así constantemente, por el que hacía las cosas sin pensar como huyendo de algo, así como tampoco recordaba quien era en realidad. -dijo sin temor, consciente de que lo más probable era que Rose ya hubiera escuchado de boca de otros los rumores, el tipo de maga que era-. Y ahora que lo sé, no sé realmente cómo canalizarlo, ni verdaderamente de dónde proviene. ¿Es quizá por lo fácil que le fue manipularme? ¿Porque tengo miedo de que otro ser querido resulte dañado? ¿O es simplemente la posibilidad de volver a encontrármelo lo que me aterra? Siento que si se diera el caso no podría hacer más que quedarme muy quieta, sin ser capaz de reaccionar ni enfrentarme a él, como atontada y sobrecogida. Y eso me enfurece y paraliza. No puedo permitir que eso suceda.

Rose cerró los ojos con calma, pensativa, e inclinó la cabeza.

-Quizá solo tengas miedo a recordar. Tal vez solo te abrume el volver a traer a esos recuerdos a ti, a integrar toda la historia, a rememorar lo que pasó sin salir corriendo. No has tenido la oportunidad de aceptar que forman parte de ti, que están ahí, por mucho que trates de esconderlos. -aseguró-. No has sido capaz de enfrentarlos, de recurrir a recordarlos cuando quieras sin que nada te frene, a poder hacerte más fuerte a raíz de lo que pasó. Y como todavía no lo has superado, sientes que si te ves obligada a vivir una situación similar te quedarás paralizada, como te paralizan solo los recuerdos de lo que sucedió. Tienes que integrarlos en ti, superarlos, si realmente quieres avanzar y no volver a caer en los mismos errores.

Emma: La calma precede la tormenta.Where stories live. Discover now