El amor no es una elección<3

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Warlock miró a través de la ventana de la heladería y pensó en lo mucho que deseaba no haber nacido nunca.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar la razón de porqué miraba con tanta melancolía a las familias que cariñosamente mostraban afecto a sus hijos en público, que iban y venían de ambas direcciones en la calle, y luego desaparecían dejandole con la duda de lo que era un sentimiento tan lejano y ajeno a él.

Se visualizó a sí mismo temprano en la mañana, cuando su padre le había despertado a base de gritos y, los monos de su padre —término que utilizaba para referirse a sus guardaespaldas que tenía por ninguna razón más que sentirse interesante— sacaban cosas de su habitación que era más que importantes y privadas.

Él, por supuesto, quiso detener todo el escándalo sin sentido que su padre había provocado, pero le fue imposible cuando recibió una bofetada de su supuesto progenitor, que, con una simple frase le hizo temer a Warlock Dowling por primera vez en toda su vida.

"Lo sé."

Y fue todo.

No tuvo que preguntar a qué se refería, porque sabía perfectamente que su padre conocía todo acerca de él, a excepción de una cosa, de la que sabía, podría arruinar completamente la de por sí distante relación que tenía con sus padres.

Su madre, ante toda la situación no hizo absolutamente nada. Cómo siempre, sólo miró, y cuando todo el conflicto termino, no hizo nada para consolar a su hijo hasta horas más tarde. Y no fue exactamente para decirle que estaba allí para él y que lo apoyaba, en realidad fue para decirle que tenía que salir de la casa por lo menos unos días hasta que su padre pudiese procesar la noticia que, aunque no lo admitiera, era bastante obvia pero no quería aceptar. Por suerte no iban a mandarlo a ningún campamento raro que prometiera curarlo, o, como siempre en las películas, a un reformatorio que lo haría uno más de los protectores de su padre. Iba a ir con su Nanny.

Su madre tanto como su niñera de cuando a penas había dado sus primeros pasos se habían convertido en buenas amigas siendo que eran las únicas mujeres en la casa para esos tiempos. El chico no quería hacer un testamento de lo que la mujer era para él, y lo único que podía decir para resumirlo era que ella era incluso más importante para él que su propia madre. Porque la extraña mujer que cuidaba de él, lo arropaba y contaba y cantaba canciones para él lo comprendía, y había estado para él a diferencia de sus progenitores que le habían dejado al cuidado de la pelirroja, que cierto día decidió irse y nunca volver justo como lo hizo su jardinero, él mismo día, por la misma puerta.

Le gustaba pensar que se habían ido juntos, y su existencia era la razón por la que se conocieron y eran felices hasta, suponía, la actualidad.

Esa tarde, por fin luego de tanto tiempo pudo volver a verla una vez había bajado las escaleras. La encontró esperándole junto a su madre para llevárselo, radiante y sin una sola arruga en su rostro. Casi parecía que sólo se había ido unos cuantos días, y no tantos años en dónde en realidad la había necesitado.

No reacciono como cualquier persona haría gritando y saltando a sus brazos. No. Cruzó la puerta y se dirigió a la salida sin ofrecerle ni una mirada a su propia madre, y ni siquiera se había arrepentido hasta que de nuevo, en la heladería, dónde lo había llevado su Nanny para hablar, recordó lo sucedido por décima vez en la tarde.

—No pareces estar disfrutando tu helado, mi niño—Dijo la mujer decidiendo ser la primera en hablar.

—No tengo hambre—Contestó el niño, siguiendo contemplando la ventana.

Pudo haberle respondido groseramente como hacía con, prácticamente, todo el mundo. Pero ésta era la mujer que le había enseñado a hacerlo, y tenía que tenerle respeto.

Boys/Boys/Girls «Warlock Dowling» [Good Omens]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora