CAPÍTULO 1- El accidente

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─Ay mami, sabes que siempre seré tú pequeñita y que de ahora en más pasaré más tiempo contigo. Me doy cuenta de que salgo mucho con Sally y con las chicas de la escuela, pero te prometo que al regresar de nuestro viaje todo será distinto. Tú y yo pasaremos más tiempo juntas como en los viejos tiempos, ¿sí? ─Mi promesa era genuina, realmente deseaba compartir más momentos con mamá, realmente quería disfrutar de su compañía y de las conversaciones que solíamos tener.

─Sí ─contestó sin titubear, con lágrimas que recorrían todo su rostro y con una sonrisa que demostraba toda la felicidad que estaba sintiendo en ese preciso instante.

Creo que, por primera vez en mucho tiempo, mamá y yo realmente nos conectamos, pudimos decirnos lo mucho que nos queríamos, lo mucho que nos extrañábamos y que, de alguna manera, el tiempo perdido ya no parecía tan largo, tan distante.

Al ser ama de casa uno podría pensar que mamá tenía todo el tiempo del mundo para estar conmigo, pero en realidad era completamente lo opuesto, pues ella debía ocuparse de limpiar la casa, preparar la comida, hacer las compras y todas estas tareas le llevaban la mayor parte del día; sin embargo, en mi consciencia tenía la carga de que no colaboraba absolutamente en nada con las tareas del hogar y que no le facilitaba, ni siquiera un poco, las cosas a mamá.

A veces me preguntaba si verdaderamente era feliz con el rol que ocupaba en la casa y en alguna oportunidad me sentí culpable por haber hecho que mamá abandonara su prestigiosa carrera de abogada penalista solo para cuidarme; ya que la única razón de que fuera hija única era que mamá tuvo un parto demasiado complicado, en el cual casi perdió la vida y los doctores le aconsejaron que sería mejor si no intentaba tener más hijos, únicamente para evitar mayores complicaciones.

Mientras mamá terminaba de preparar los sándwiches y de guardar todo en su debido lugar, fui a despertar a papá. Subí las escaleras, abrí lenta y cuidadosamente la puerta de su habitación y por algunos segundos me quedé observándolo mientras recordaba que de pequeña solía mirarlo dormir y escuchaba el suave sonido de su respiración, logrando reconfortarme de tal manera que el sueño se apoderaba de mí, tan rápido que apenas podía llegar a mi habitación sin dormirme en el corto trayecto. Me acerqué muy despacio hacia él y toqué su cabeza con mi mano, pero no se movió. Repetí la misma acción unas tres veces pero nada, por ende, y como ya sabía que mi padre era de tener un sueño bastante profundo, hice lo que cualquier otra persona en mi lugar hubiese hecho y grité a todo volumen:

─¡¡¡Despiértate papá!!!

Como era de esperarse, se incorporó velozmente y me miró con una de sus tantas caras que ya eran muy conocidas por mí.

─¿Por qué razón gritaste de esa manera Galya? ─Papá siempre decía mi nombre completo cuando estaba enojado conmigo y en esta ocasión en particular era más que obvio que lo decía porque había logrado alterarlo. Lya era solo una abreviación de Galya, que luego terminó convirtiéndose en mi sobrenombre, el cual me pusieron cuando era pequeña y que, por cierto, me gustaba mucho más que mi verdadero nombre; sin embargo me bautizaron de esa manera por mi abuela materna, así que mamá estaba muy orgullosa por el nombre que su hija llevaba.

─Lo siento papá, pero no lograba despertarte. Dormías muy profundo y fue la única forma que se me ocurrió para levantarte rápido ─dije con una pequeña sonrisa, que encubría un dejo de culpa por haberlo asustado de esa manera.

─¿Sabes que podrías haberme provocado un infarto o algo peor? Ya no soy tan joven como antes ─comentó mientras comenzaba a levantarse de la cama y a ponerse las pantuflas azul oscuro que le había regalado el último día del padre.

─Sí, lo sé papá y lo siento muchísimo. Te prometo que no lo haré nunca más.

─Está bien, no te preocupes Lya. Ahora ve con tu madre mientras me cambio, bajaré en un instante.

Después de la vida © (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora