Primera Parte: Los Elegidos

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CAPÍTULO 1: JESS

Me despierto mirando el color lila del techo de mi habitación con esa extraña sensación de soledad que me abruma desde que vivo sola, hace dos años me mudé a Nueva York, antiguamente vivía en Texas, mis padres "los pudientes" me trasladaron aquí porque decían que era la única forma que cumpliera mi sueño de estudiar cine, el hecho es que no tenía edad ni siquiera para hacer las compras y ya estaba viviendo sola. Sé que en parte es el sueño de muchos jóvenes y más sí tus padres te mantienen todos los gastos pero aún así llega un día en el que los extrañas, los necesitas.

Mi madre viene una vez por semana y aún así no me basta, me encantaría que se quedara conmigo, pero tiene sus negocios en Texas y solo me conformo con extrañarla; a mi padre no lo veo desde que me fui, él echó a mi hermano de la casa cuando él más nos necesitaba y no se lo perdonaré jamás. Por suerte mi hermano encontró una novia maravillosa y la familia de ella le abrió las puertas de la casa pero él está muy lejos, está viviendo en Canadá y hablamos por celular a lo sumo cuatro veces al mes, con demasiada suerte.

El hecho es que me siento sola, vivo la vida que algunos quisieran pero yo daría lo que fuera por una cena en familia sin las diferencias que mantenemos, las vacaciones que solíamos tener, las charlas con mamá, las peleas tontas que siempre terminaban en un abrazo con mi hermano... Pero eso ya no es posible, como dice mamá: «Jess, es por tu futuro, los sacrificios siempre son recompensados». Pero a veces me cuestiono ¿a qué se refiere con recompensa?, ¿a una vida material resuelta?, ¿a qué?, si no tengo lo que realmente me importa que es mi familia, entonces es ahí cuando me cuestiono ¿éste sacrificio vale la pena? .

Mientras pienso y pienso mis manos recorren la suave tela de las sábanas amarillas, y me aferro a ella para sentir tranquilidad que no encuentro, que jamás encuentro.

Volteo a ver el reloj que tengo sobre una mesita de caoba con cajones pequeños y una perilla que tiene una perla y noto que voy a llegar tarde a la academia, de nuevo. Salgo de la cama en un salto, me quito mi short de dormir, mi solera y me pongo un short de jean negro, una blusa rosa justa en el busto, suelta en el vientre y unas zapatillas negras ya que hace mucho calor. Rápidamente voy al baño me cepillos mis dientes y noto en el espejo que mis raíces se están tornando a su color original, negro, pienso en pasar por la peluquería luego de la academia pero no; me gusta como quedan las raíces negras con mi cabello rubio (obviamente teñido). Salgo del baño, tomo mi bolso y suena mi celular, lo chequeo y tengo un mensaje de texto de mi amiga Payton, lo abro y lo leo.

— El asistente de la profesora está aquí, será mejor que te arregles, sabes que lo traes loco por ti—.

Es ahí que nuevamente entro al baño, ato mi cabello en una coleta y delineo mis ojos con color negro, veo que mis ojos están más oscuros de lo normal, lo cual me gusta.

Nuevamente me dirijo a la puerta y veo que llegó la correspondencia. Evidentemente mi vecina Lidia se tomó la molestia de alcanzármela, hago una breve y rápida pasada: factura, factura, pizzería nueva (tendré que ver que tal es), factura y me detengo en un sobre negro que tiene mi nombre grabado en color plateado, no tenía remitente y nuevamente suena mi celular. Otro mensaje de Payton.

—Pequeña Jess—puedo sentir su sonrisa burlona en mi cara, ya que ella se burla de mi altura, mido un metro sesenta— seguramente llegues tarde y te volviste a dormir, comenzaré a cobrarte por ser tu despertador... Jajaja... Pd: tú chico, Chris, preguntó por ti, ese morocho es guapísimo—.

Es cuando miro la hora y veo que voy cinco minutos tarde, abro la puerta con la tarjeta electrónica pero antes lanzo la correspondencia sobre la mesa.

Mientras cierro la puerta pienso en voz alta— Será después carta misteriosa—. Sonrio antes de marcharme.

Bajo por las escaleras rápidamente y me encuentro al portero J.Crader, él es un señor mayor de unos cincuenta y cinco años, es calvo, con una gran barriga, ojos miel y lleva una barba alrededor de su boca que está tomando un color más blanco cada día. Mientras paso frente a él ya me sonríe con picardía porque sé que viene nuestra broma interna, a veces creo que siente lástima por verme sola desde hace ya dos años y por eso es tan amigable conmigo ó es un señor que siente deseos por mí, pero me niego a la segunda opción.

MIEDOWhere stories live. Discover now