Capítulo cuarenta y nueve.

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Miró mis labios, pude notarlo y luego pasó saliva escandalosamente; se retiró rápidamente y su perfume se revolvió entre las partículas de aire.

Cerró la puerta con cuidado y luego caminó hasta el otro asiento del auto y subió. Aquella noche había luna nueva, por lo tanto, sólo la luz amarillenta de las lámparas alumbraban la solitaria calle de Venecia.

Encendió el motor del auto, y el suave ronroneo interrumpió la tranquilidad y el silencio.

-Puedo acusarte de rapto-farfullé, aun con esa voz torpe y ronca que salía de mí dentro.

Él rió por lo bajo, pero siguió conduciendo sin hablar.

Crucé los brazos sobre el pecho y fruncí el ceño.

-Puedo cuidarme sola, no necesito una niñera-volví a soltar.

-¿Vas a decirme todo el camino lo que puedes hacer y no haces?-inquirió, con voz serena.

Lo fulminé con la mirada mientras la luz de las lámparas caminaba sobre nuestros rostros y luego se iba. Su vista aun estaba puesta hacía el frente.

-Normalmente no eres así conmigo-me dijo-, no cabe duda de que estás ebria.

-Pues vete dando cuentas, Mendes-mascullé-; no todo debe de ser como tú deseas.

-¿Eso qué quiere decir?

-Que te odio-dije, mi labio inferior sobresalía un poco.

Pensé que se iba a reír, tomándolo como un chiste debido a mi estado etílico; pero no. me miró con el ceño fruncido, intrigado.

-¿Qué? ¿Por qué me odias?-preguntó.

-Ahora te haces el inocente-la voz ronca se me quebró y él me miró aun más intrigado, preocupado también.

Estacionó el auto con un movimiento rápido del volante que hizo que se me revolviera el estómago. Luego me miró.

-¿Qué? ¿Por qué dices eso?-inquirió, escrutándome con la mirada, evidentemente sorprendido y preocupado.

-Por favor, Shawn; no me digas que eres tan estúpido que no te das cuenta-la temblorosa voz se hizo un hilo y las lágrimas salieron finas y delicadas de mis ojos.

-¿Cuenta de qué?

Lo miré con los ojos empañados de lágrimas y la respuesta en los labios; pero no dije nada. Me crucé de brazos de nuevo y giré mi cata bruscamente.

-De nada, no importa-mascullé.

-______, dime qué te hice-esa no era una pregunta, sino una orden.

No contesté y seguí mirando hacía el frente, a través del parabrisas del auto, contemplando la inmensidad de la oscuridad y con los ojos empañados aun.

-¿No vas a decirme?-insistió y lo ignoré.

¿Qué sentido tenía decirle que lo amaba si su corazón estaba atado junto al de alguien más? Era estúpido, justo como esta misma situación.

Después de esperar algunos segundos y ver que mi silencio persistía, se recargó de nuevo en su asiento y luego suspiró. Encendió el auto de nuevo y lo puso en marcha.

Seguro me veía estúpida, porque así me sentía. Dejé que las lágrimas cayeran en silencio, porque ninguno de los dos dijo nada. Miré por la ventanilla del auto y a pesar de que estaba ebria, podía recordar el camino de regreso al departamento de Sharon; y este no era. Pero no le tomé importancia, porque a pesar de todo, me sentía segura con Shawn a mi lado.

Recargué la cabeza en el asiento y luego cerré los ojos, repentinamente cansada; quizá la rabieta de niña pequeña que había hecho minutos antes me había robado la suficiente energía como para hacerme caer en la inconciencia.

• • •

El golpe de la puerta al cerrar me despertó y aquel dulce perfume que me traía tanta inspiración volvió a juguetear por mi nariz. Mi cabeza descansaba sobre el duro pecho de él y mi cuerpo era cargado por sus fuertes brazos.

Luego sentí mi cuerpo descansar sobre algo blando y cálido, entonces mis ojos pudieron captar algo; aquella blanquecina luz no era alguna que me pareciera familiar y el aroma de su varonil perfume seguía jugueteando en mi nariz a pesar de que ya no sentía su cuerpo cerca. Dos segundos después de haberme percatado de ello me pregunté dónde estaba.

-Shawn-musité y enseguida mis ojos se encontraron con su rostro.

Yacía parado, mirándome allí acostada donde sea que yo estuviera.

-Descansa-susurró y se acercó para besarme la frente y sentí sus cálidos labios a través de mi flequillo desparpajado.

Pero entonces sujeté fuertemente su rostro con mis manos y conduje sus labios hasta los míos, guiada por el impulso de tenerlo así de cerca. Su cálido hálito recorrió desde mi frente hasta mis labios y luego nuestras bocas se unieron; ambas deseosas una de la otra. Un remolino de emociones junto a un huracán de sensaciones explotó dentro de todo mi interior; y una carga eléctrica se envió desde mi corazón hasta cada extremidad de mi cuerpo, y até mis dedos a su cabello. Su boca se movió junto con la mía y su aliento se metía por mi garganta en donde ardía un nuevo fuego, esta vez creado de pasión. Sus manos se apoyaron a cada lado de mi cuerpo, puesto que sentí una hendidura al mismo tiempo. Me llevó un minuto darme cuenta de que yo descansaba en una cama. Mi cuerpo ardió entre la pasión y le amor, mientras que nuestros labios aun permanecían unidos, bailando en una sincronización sin igual.

EL MANUAL DE LO PROHIBIDO.  »Shawn Mendes Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ