Capítulo 11: "Dios bendiga América"

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Esta vez, el viaje instantáneo por el Bifrost no la tomó tan por sorpresa como la anterior. Probablemente se hubiera debido a que Heimdal había tenido la delicadeza de explicarle cómo sucederían las cosas, cosa de la que Thor había carecido. Dos segundos más tarde aparecían en el helipuerto de la torre Stark y Liv comenzaba a darse cuenta de lo mucho que había añorado el lugar. Sin teléfono ni internet, lo único con lo que contaba para que Tony supiera que ella estaba bien era la confianza que tuviera en Thor.

Observó con incredulidad la neblina que cubría la ciudad de Nueva York al tiempo que dejaba bajar a Luna de sus brazos. La gata corrió al interior del edificio como si se tratara de su propio hogar. No parecía haber notado que se habían mudado por el último par de meses.

El viento helado que se arremolinaba en su cabello la tenía un tanto confundida. Según sus cálculos había estado fuera dos meses, tres a lo sumo, era otoño como mucho. Pero la temperatura, el aliento que se condensaba al salir de su boca y la vista viciada que apenas dejaba ver los árboles desnudos bajo ellos abogaban otra cosa. No tenía sentido preguntarle a Thor, quien de todas formas no parecía inmutarse respecto a las anomalías temporales entre la Tierra y Asgard.

Entraron y pasaron directamente al taller, donde Tony se encontraba limpiando la grasa de sus manos con una expresión de mayor alegría de la que la chica había visto nunca. Tanta alegría como podía portar un rostro con los ojos prácticamente hundidos por las ojeras, claro.

—No sabía que vendrían —comentó con la mirada puesta en Liv. Pasó un brazo por los hombros de la chica en un gesto de afecto. Aparentemente ella no era la única que había extrañado y eso la hizo sentirse levemente en casa— ¿Sucedió algo? —la relajación le duró unos buenos seis segundos antes de que la paranoia registrada de Tony volviera a hacer acto de aparición.

Liv pudo arriesgar la hipótesis de que no había seguido el consejo de ir a un psicólogo aún.

—Es complicado, pero no es urgente —intentó calmarlo, pero al ver el ceño fruncido de Stark supo que la elección de palabras había sido errónea—. Son sueños premonitorios y adivinación con runas, no es el momento, Tony —tuvo que ponerse firme en ese aspecto. Aparentemente el estar viviendo solo no había ayudado. Ojalá Pepper decidiera mudarse a la torre de una buena vez.

—Espera, ¿qué? —al menos había desviado el tema lo suficiente como para que le diera tiempo a organizar sus ideas. No podía vomitarle una perorata de temática mitológica al pobre hombre que parecía tener demasiadas cosas en su cabeza como para ocuparse de algo que sonaba como un delirio.

—¿Por qué está tan frío en pleno septiembre? —preguntó en cambio, mientras veía a Thor rondar por el lugar y curiosear en el nuevo proyecto de Tony. Liv no sabía ni deseaba saber de qué se trataba.

—¿Qué? Estamos en marzo, Liv —y, finalmente, había logrado distraer completamente la cabeza de Tony, aunque por esa causa estuviese sintiendo un gran vacío en el estómago.

¿Cómo que marzo? Habría sido buena idea que en medio del introductorio Asgard 101 hubieran puesto la nota al pie de «el tiempo transcurre de forma diferente en los nueve reinos». Ahora se sentía como si estuviese despertando de un coma.

—¿Entonces ya pasó mi cumpleaños? —supo lo infantil que sonó su comentario en cuanto lo expresó en voz alta— No importa. Bueno, al menos ya puedo entrar a un bar.

—¿Cuando es tu cumpleaños? —ese tema definitivamente había monopolizado la atención de Tony, que parecía no soportar lo injusto del asunto. Liv nunca lo había visto como el tipo de persona que enloqueciera por las fiestas de cumpleaños.

—Veinticinco de octubre —sonrió levemente, gesto que cayó al oír la queja de su estómago. En todo el jaleo de la llegada a la Tierra había olvidado que aún no desayunaba. Y si el reloj de la pantalla de Tony estaba en lo cierto, casi era el mediodía. Su estómago gruñía con motivos—. Tengo hambre —dijo de improviso. Ahora que ya no estaba con Odín, su filtro entre pensamiento y habla había vuelto a caer—. Thor —llamó y el interpelado volteó a mirarla. Parecía haber estado esperando su turno de hablar y dando el espacio para el reencuentro—. Explicale a Tony la parte de la adivinación y las runas de los asgardianos mientras yo me preparo un sandwich. Luego te contaré lo mio —le dedicó una sonrisa al dios que este reflejó, para luego salir rumbo a la cocina—. Oh, y no olvides la parte de tus misiones —decidió finalmente, más con intención de bromear que de delatar su ausencia como guardián. Pero Thor lo tomó demasiado en serio y, con un gran entusiasmo, comenzó a narrarle sus aventuras.

Warzone Legacy || Pietro MaximoffWhere stories live. Discover now