— Aunque probablemente te lo han dicho infinidad de veces, y siempre me pareció una lata que lo repitan cuando probablemente ni lo sienten, lamento su muerte —Habló Harry en el tono más solemne y honesto que muchos habían escuchado en su vida.

— Gracias —Susurró Rómulo con una ligera sonrisa.


















El viaje siguió tranquilo hasta llegar a la estación, todos bajaron lentamente y Lily ya podía ver la luz al final del túnel, metafóricamente porque la estación estaba bien iluminada; apenas fueron recibidos por su familia la pelirroja le dijo a sus tíos que tenían que hablar de algo. Para cuando llegaron a su casa ya le habían dado el regaño de su vida y su hermano seguía teniendo una sonrisa burlona, al final su único castigo fue que ella se haría responsable si rompían algo porque ya tenían demasiado con Harry haciendo explotar cosas cada tanto.

— Muy bien, los chicos se quedan contigo y las chicas conmigo —Empezó la pelirroja en la habitación de su hermano que se encontraba sentado en la parte de debajo de la litera que alguna vez habían compartido— ¿Crees que todos quepan aquí? —Interrogó curiosa.

— Suponiendo que en cada cama duerman dos personas, tal vez tres, cinco dormirían en el suelo —Respondió mientras pensaba en que ropa debería llevar, ¿Quince cambios serían demasiado?

— Me parece aceptable —Comunico de forma sencilla.

— Lily, Harry —Llamó Connor desde el margen de la puerta— Preparen su equipaje, iremos a la mansión Slytherin mañana —Comunicó tranquilamente.

— ¿Slytherin? Pensé que iríamos primero a la mansión Peverell —Cuestionó Harry sorprendido. 

Habían acordado eso para evitar tocar algún nervio sensible, aún se sentía incómodo con el tema, aunque la incomodidad sería mayor sí su tío hubiera sido un mago, era como robarle su derecho de nacimiento a pesar de que su condición al nacer fuera del matrimonio estando su padre casado lo hubiera bloqueado de ese derecho en automático. 

Los muggles podrían no hacer distinciones al momento de heredar o marginar a un hijo más allá del social, pero la magia se tomaba muy en serio las promesas matrimoniales, en especial porque los sangre puras se casaban mediante un ritual mágico vinculante casi llegando a ser un juramento inquebrantable pero no con lo extremos.

— Era la idea, pero mientras más tarde en quitar esa bandita más dolerá cuando lo haga, así que confrontaremos esto de una vez; por cierto, aun no me cuentan, ¿A cuántos alumnos amenazó Harry? —Preguntó sonriente el hombre.

Sí alguien más hubiera estado en la habitación que no sea su familia pudo haberse horrorizado por la normalidad o casi alegría con la que salió la pregunta.

-¿Por qué crees que amenacé a alguien? - preguntó haciéndose el ofendido

- Porque eres un Slytherin - dijo con tono obvio rodando los ojos - Lo tienes en la sangre, tu madre en especial tenía un amor por amenazar con hacer explotar las joyas de un hombre

- Sí te das cuenta que tú también tienes esa sangre ¿No? - contestó Harry

- Sí, sí, lo que sea - desestimó - Números niños, quiero números

— Que yo esté enterada de amenaza, once —Respondió Lily a lo que Connor cambió su sonrisa por una mueca de disgusto.

— ¡Petunia, ganaste la apuesta! —Llamó a lo que solo se escuchó el ligero quejido de Beatriz y una risa alegre de Petunia— ¿No podías amenazar a unos más? Yo había apostado a que habías amenazado a 30 o más, Beatriz a 20, Petunia apostó a más de diez pero menos de quince —Explicó mientras de su cartera sacaba 30 euros.

¿Evans?... No, Peverell y ¿Serpientes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora