-Es la primera vez que no pasamos navidad en Hogwarts -comentó Annie.

-Lo sé. Es raro pero a la vez genial -respondió Harry algo nervioso. ¿Y si no le gustaba su regalo?

-¿Estás bien? -preguntó Annie notando su nerviosismo.

-Sí, sí. -respondió rapidamente. Annie alzó una ceja pero no comentó nada más. Se quedaron contemplando las llamas de la chimenea, escuchando el crepitar y las explosiones detrás de ellos, las risas de Blaise y Annissa y sonidos de besos de Theo y Hermione.

-Ann..

-¿Sí?

Harry inspiró hondo y sacó una pequeña cajita.

-Feliz Navidad.

Annie la tomó lentamente y la abrió. Adentro había un muy bonito anillo, con una perla diminuta en el centro. Annie sintió sus ojos aguarse.

-Harry..

-N-no es como si te estuviera pidiendo matrimonio -dijo éste rápidamente- o no lo creo.. bueno.. todavía no... lo compré en Hogsmeade, la señora me dijo que eran anillos de promesa y todo eso. Me pareció bonito y.. casi cumplimos tres años juntos y.. si no lo quieres te regalaré otra cosa que..

-Harry, es hermoso -dijo Annie con una sonrisa. Lo tomó cuidadosamente, observándolo con una sonrisa.- ¿Me lo pones?

Harry tomó el anillo con dedos temblorosos y lo colocó en su mano izquierda.

-Siempre quise regalarte un anillo, ¿sabías? -comentó Harry con una sonrisa.

-¿Ah, sí?

-Mhm. -asintió el ojiverde acercándose a ella para besarla.

-Estás hecho todo un cursi, Harry Potter -dijo Annie con una sonrisa.

-Tú tienes la culpa -respondió besándola nuevamente.

-Oigan, dejen de besuquearse y vengan a jugar -se quejó Blaise desde la mesa.

-¿Vamos? -preguntó Harry. Annie asintió y se acercaron a los demás.

(...)

Todos desayunaron rápidamente aquel día, pues debían regresar a Hogwarts, y lo harían en el autobús noctámbulo.

Harry, Annie y los demás esperaban en la puerta, ya listos con sus baúles y sus mascotas en las respectivas jaulas.

Annie observó que Sirius les hacía algunas señas a ella y Harry. Tomó al pelinegro de la mano, quien confundido la siguió.

-Quiero que te lleves esto -dijo con voz queda, y le puso en las manos un paquete mal envuelto del tamaño de un libro de bolsillo.

-¿Qué es? -preguntó Harry.

-Una forma de que yo sepa si Snape te lo hace pasar mal. ¡No, no lo abras aquí! -añadió Sirius mirando, cauteloso, a la señora Weasley, que intentaba convencer a los gemelos de que se pusieran unos mitones tejidos a mano-.
Dudo mucho que Molly lo aprobara... Pero quiero que lo utilices si me necesitas, ¿de acuerdo? Tu también, Annie.

-De acuerdo -aceptaron los dos. Harry se lo guardó en el bolsillo.

-Vamos, pues -dijo Sirius, y sonriendo forzadamente le dio una palmada en el hombro a su ahijado y abrazó a su hija.

Salieron al frío aire invernal. Tonks, que aquel día iba disfrazada de mujer alta y canosa, envuelta en ropa de tweed, lo apremiaba para que bajara los escalones. La puerta del número 12 de Grimmauld Place se cerró de golpe tras ellos, y bajaron detrás de Lupin.

-Vamos, cuanto antes subamos al autobús, mejor -dijo Tonks. Lupin levantó el brazo derecho.

Entonces se oyó un «¡PUM!» y un autobús de tres pisos, de color morado intenso, apareció de la nada ante ellos, esquivando por los pelos la farola más cercana, que se apartó dando un salto hacia atrás. Un joven delgado, lleno de granos y con orejas de soplillo, vestido con un uniforme también morado, saltó a la acera y dijo:

-Bienvenidos al...

-Sí, sí, ya lo sabemos, gracias -lo atajó Tonks-. Arriba, arriba...

Empujó a Annie para que avanzara. Detrás de ella, iban Harry, Annissa, y todos los demás, temblando de frío.

-¡Pero si es Harry...!

-Si gritas su nombre te echo una maldición amnésica -lo amenazó Tonks en voz baja, y empujó a Ginny y Hermione hacia la puerta del autobús.

-Siempre he querido viajar en este trasto -comentó Ron alegremente al subir al autobús

-Yo igual -dijo Annie observando todo.

El interior estaba lleno de sillas, de diferentes formas, agrupadas desordenadamente junto a las ventanillas. Varias se habían
volcado cuando el autobús frenó bruscamente frente a Grimmauld Place; unos cuantos magos y algunas brujas todavía se estaban levantando del suelo, rezongando, y una bolsa de la compra había recorrido el autobús en toda su
longitud: una desagradable mezcla de huevas de rana, cucarachas y natillas se había esparcido por el suelo.

-Veo que tendremos que separarnos -dijo Tonks con energía mientras miraba a su alrededor en busca de sillas vacías-. Fred, George y Ginny, siéntense en esas sillas del fondo... Remus irá con ustedes.

Los restantes subieron al segundo piso. Los pasajeros que quedaban observando a Harry, cosa que lo incomodaba.

Encontraron algunas sillas al fondo, en donde todos fueron a sentarse. Hermione, Theo, Blaise y Tonks en una fila de atrás, y Annissa, Harry, Annie y Ron enfrente.

Annie entregó sus once sickles, además de seis más, pues había acordado con Harry cada quien pagar la mitad del pasaje de Annissa.

El autobús se puso en marcha y osciló peligrosamente. Dio una vuelta alrededor de Grimmauld Place con gran estruendo, subió y bajó varias veces de la acera, y entonces, con otro tremendo «¡PUM!», salieron despedidos hacia delante. Annie se aferró a Harry como pudo, quien sostenia a Annissa con su otro brazo.

Las sillas volvieron a resbalar hacia atrás y el autobús noctámbulo pasó de la autopista de Birmingham a una tranquila carretera rural llena de curvas muy cerradas. Los setos que bordeaban la carretera se apartaban cada vez que el autobús se subía a los arcenes. De allí pasaron a la calle principal de una ajetreada ciudad; luego a un viaducto rodeado de altas colinas; y por último, a una carretera azotada por el viento que discurría por una planicie situada a una considerable altitud, y cada vez que cambiaban de lugar sonaba un fuerte

«¡PUM!».

-He cambiado de opinión -farfulló Ron levantándose del suelo por sexta vez-. No quiero volver a viajar en esta cosa nunca más.

-Estoy de acuerdo -dijeron Annie e Issa, algo asustadas.

En aquel momento pasaban por Hogsmeade, que estaba nevado.

Los copos de nieve chocaban contra el gran parabrisas del autobús. Por fin se detuvieron frente a las verjas de Hogwarts.
Lupin y Tonks los ayudaron a bajar con su equipaje, y después bajaron también para despedirse de ellos.

-En cuanto entren en los jardines estarán a salvo -dijo Tonks
escudriñando la desierta carretera-. Que tengan un buen trimestre.

-Cuídense mucho -les recomendó Lupin. Avanzó hasta Annie y le dio un gran abrazo.

-Nos vemos luego -dijo ella con una pequeña sonrisa.

-Claro que sí -dijo Remus besando su cabeza.

Arrastrando sus baúles con gran esfuerzo, los diez subieron hacia el castillo por el resbaladizo camino. Annie sólo agradecía el haber llegado viva de aquel trayecto.

No morí en los exámenes
Casi lo hago, pero sobreviví

Y ahora tengo fin de semana largo, y sin nada que hacer, así que me pondré a escribir osi

Annie y la Orden del Fénix Where stories live. Discover now