Capítulo 2

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No sabía mucho de mi nacimiento ni de mi familia, solo que era humana y una de las pocas que era narniana. Había sido criada hasta los diez años por una familia de faunos en el bosque de Narnia, cuando aún los telmarinos tenían a Narnia bajo su poder. Pero un día me desvié de mi camino habitual, curiosa por saber que había más allá de los lindes del bosque, qué era aquello a lo que todos temíamos. Cual había sido mi suerte que un grupo de vigilancia me había visto. No pude correr lo suficientemente rápido, me atraparon antes de llegar al bosque. Al notar que era humana, creyeron que me pondría de su lado para decirles donde estaba el resto de mi pueblo. No dije ninguna palabra. Desafortunadamente, aun así creyeron que sería un buen botín de guerra, por lo que me enviaron a la casa de uno de los lores para crecer allí. Eso había sido hacia once años. 

Crecí en la casa de lord Drespian, más como una criada que como una hija. Mi nacionalidad de narniana lo hacía despreciarme y tratarme como servidumbre. Fue entonces que los reyes y reinas de antaño volvieron y ayudaron al entonces príncipe Caspian a derrotar a los telmarinos y devolvernos nuestro país. Yo no había podido participar de ninguno de los eventos, ya que cuando Lord Drespian se fue a pelear, me dejó encerrada en la casa para evitar que me escapase. Todo lo que ocurrió, me enteré después. Él fue uno de los tantos lores que decidieron rechazar la oferta de Aslan de volver con los reyes y reinas y quedarse en "paz" en Narnia. Pero su paz no duró mucho. Debido a mi condición de narniana, yo debía ser libre en mi propio país, y él sabía esto y no estaba dispuesto a perder a su criada. Su desprecio por mí no tenía limites, por lo que una noche, una semana después de haber decidido quedarse, se fue al bosque, a pesar del miedo que los telmarinos sienten por él, y volvió con una mujer anciana, encorvada y a la cual no se le podía ver el rostro debido a una capucha que la cubría. La mujer no me daba confianza y menos me la dio cuando sacó un cuchillo de piedra e intentó hacerme un tajo en la palma de mi mano. Al intentar escapar, Lord Drespian me llevó a la mazmorra de la gran casa donde vivía y en la cual se le había permitido permanecer, y me ató con cadenas los pies y las manos. Me amordazó para que no pudiese gritar y allí mismo la mujer hizo lo que había intentado hacer y luego lanzó un encantamiento sobre mí, que me hacía obediente a todo lo que me dijese Lord Drespian. No había sentido cambio alguno en mí en ese momento, pero cuando la mujer se había ido, después de que el hombre le hubiese dado varias monedas de oro por lo que había hecho, y me desatase, antes de que yo pudiese hacer nada, él me dijo:

-¡Quieta!-

Una sensación extraña se apoderó de mi cuerpo. Parecía que alguien invisible me tomaba y no me dejaba mover, por más esfuerzo que hiciese. Y me esforcé. Y traté de moverme. Y nada. Lord Drespian entonces se paseó a mí alrededor con una sonrisa malvada. Ya no tenía escapatoria. Estaba bajo su absoluto poder.

Durante los siguientes cuatro años, había sido obligada a hacer cosas que ahora me avergüenzo en solo recordarlas. Robar, mentir, engañar. Todo en favor de un pequeño grupo de hombres telmarinos que odiaban a Narnia y querían que Telmar volviese a su poder. Yo era su títere y me usaban para no ensuciar ninguna de sus nobles manos. Lo único que me mantenía viva y fuera de la prisión, era que ellos me usaban con cuidado, ya que les era útil. Fue así que, por ejemplo, me obligaron a hacerme pasar por un marino y a unirme a la tripulación de un barco que estaba destinado a establecer un comercio de esclavos en las Islas Solitarias. Había sido un viaje muy peligroso para mí, no solamente debido a lo peligrosas que eran las personas que iban conmigo, sino que también debido a que si descubrían que yo era una mujer, podían terminar arrojándome por la borda, ya que era de mala suerte entre ellos tener mujeres a bordo. Por Aslan, sobreviví ese viaje y muchas otras cosas que podrían haber terminado con mi muerte.

En los tres últimos años, el ahora rey Caspian había conseguido instaurar la paz a lo largo de Narnia, lo cual había irritado en sobremanera a Lord Drespian y los otros que actuaban con él. En una de las reuniones que habían tenido, y de las cuales yo era parte para recibir órdenes, ya que no había peligro de que revelase lo que estaban diciendo, uno de los lores dijo:

-Si no detenemos a este muchachito pronto, toda la gloria de Telmar sucumbirá a ante el poder de los bárbaros narnianos-

Solían usar frases así, incluso en mi presencia. El odio que tenían por mí y su pueblo chorreaba de sus labios como veneno.

-Sé que tenemos que actuar- respondió Lord Drespian- Y tenemos a nuestra arma justo aquí- dijo, señalándome –Pero tenemos que encontrar el momento justo para hacerlo-

Y su momento de organización había llegado. El rey Caspian había zarpado en dirección a las Islas Solitarias y aun más allá buscando a los lores que el rey Miraz había enviado al exilio cuando aún era rey. Si Caspian los encontraba, su reinado estaría más seguro que nunca, por lo que los lores comenzaron a planear la caída del rey. A pesar del inexistente peligro que había de que yo revelase sus planes, ellos decidieron mantenerme fuera de ellos.

Caspian había vuelto victorioso de las Islas Solitarias. Había encontrado a los lores, de los cuales algunos volvieron con él. Según se decía por el pueblo, el rey Edmund, la reina Lucy y otra persona de su mundo lo había ayudado. Se decía que el rey había llegado hasta el fin del mundo mismo, hasta la entrada al país de Aslan. Siempre me gustaba escuchar las historias que se decían sobre el rey. Nunca lo había visto en persona, ya que solo salía de la casa para cumplir mis "misiones". Y en cualquier evento que hubiese una probabilidad de que él estuviese allí, yo lo evitaba. Me avergonzaba a mí misma de llamarme una narniana por todo lo que me estaban haciendo hacerle a mi pueblo.

A los meses de su llegada, se anunció la celebración por su cumpleaños. Jamás supe si los lores habían tenido algo que ver con lo particular de la celebración, pero algo debían haber influido, ya que la situación era perfecta para sus planes.

En consideración a los antiguos lores telmarinos que se habían "arrepentido", se los invitó junto a sus familias a pasar las tres semanas en el palacio junto con invitados de reinos cercanos, como Calormen y Archenland. Habría días reservados por el rey para sus "invitados especiales", pero el resto de los días, los narnianos podrían entrar y salir con libertad del palacio para participar del festejo y celebrar la vida de su querido monarca.

Hechizo de Verano || NarniaWhere stories live. Discover now