6. Delicioso amor.

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—John... —Luz le murmuró alto—. No los juzgues, ¿recuerdas el cumpleaños de Kevin?  

Mis cejas se alzaron. Ese día habían desaparecido un buen rato, dejándonos a Nathan y a mí a cargo del rubito y sus invitados. A través del retrovisor vi al rubio sonrojarse bajo su nueva apariencia de leñador. Qué pillos... 

 —Sólo no en mi auto, ¿sí? 

Nathan gruñó de nuevo, entrelazando los dedos con los míos. El resto del viaje fue hecho sin la intervención de ninguno, pero con Apologize de One Republic repitiéndose una y otra vez. Poco tardé en deducir que aquella era la canción favorita de Luz.  

Le cedimos una de las tantas habitaciones de huéspedes al hermano de Nathan y a su esposa. Kevin dormía en la habitación de Madison, en su corral, cuando llegamos. Wicca se había encargado de cuidarlos mientras nos buscaban, y antes de irse a dormir me contó sus travesuras. Bebí una taza de té de manzanilla cómo cada noche, sin desear mi habitual ración de pastelitos.  

Pasé a revisar a los pequeños para ir a nuestra habitación, dónde solo la luz del baño alumbraba el oscuro espacio. Entré y lo hallé dentro de la tina, con los brazos reposando en los bordes y mirada intensa. Mordí mi labio en un intento por ocultar mi entusiasmo. Ya no estaba tan agotada. Además, luego de un día duro, no había mejor relajación que la ofrecida por su abrazo.  

Alzó una ceja y me eché a reír.  

—Bajo este suéter tengo un vestido... —murmuré, desabrochando los botones de uno en uno, ganándome su completa atención—. Y no lo puedo abrir yo sola, ¿recuerdas?  

 —Ven. —Se movió hacía la parte más cercana de la bañera, al borde. Me situé delante de él, permitiéndole que pudiera ayudarme con el arduo labor de bajar el cierre—. No sabes cuanto quiero tenerte aquí, adentro, conmigo. —Jugó con el elástico de mis bragas y me alejé para terminar de desvestirme—. Me encantas tanto, amor.  

 —Solo quieres engatusarme. —Metí un pie dentro del agua tibia y acepté su mano cómo apoyo—. Seducirme para abusar de mi integridad, ¿no? 

 —Abusar, no. —Sus manos me rodearon cuando ya estuve sentada, haciendo una clase de atadura a mi alrededor que no me dejó más remedio que sentarme entre sus piernas, con mi espalda pegada a su pecho y mi cabeza reposando en la curva de su cuello—. Disfrutar, apreciar.  

—¿Ensuciar?  

Esta vez fue él quien se echó a reír con roncas carcajadas que formaron un torbellino en mis partes bajas.   

—Estás especialmente inmoral esta noche, ¿algo sucedió en la fiesta?  

—¿Algo cómo...?  

—¿Algo, que me tengas que contar, sucedió en la fiesta? —repitió con ciertos retoques de celos y protección. Sonreí contra su piel, lo más ancho que pude para que lo palpara. 

—No, nada.  

—Entonces, ¿por qué tan feliz? Nunca estás tan alegre cuando tienes que ir a los eventos, Rachel. —Me estrechó cómo un niño estrecha a sus juguetes cuando se los piensan arrebatar—. ¿Qué recuerdo te hace sonreír así?  

Despegué sus manos de mi cuerpo para darme la vuelta y quedar de cara a él. Rodeé su cintura con mis piernas y me pegué lo más que me permitió mi gran vientre. A medias logré descansar mi frente en su hombro.  

—No es un recuerdo, eres tú. —Le abracé—. Me encanta cuando eres tan posesivo, Nathan. Pero no tienes motivos para estar inseguro con respecto a lo que siento por ti, ¿entiendes? No he decidido vivir y crear una familia contigo por nada. 

Extras de DE ©Where stories live. Discover now