17 |la pobre víctima de roger|

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Al principio supuse que era por mi conveniencia, pero al final él siempre hacía las cosas para su beneficio propio. De todas maneras, esos días de más que me había regalado me ayudaban a prepararme mentalmente para lo que sucedería el miércoles.

-Oye ______-dijo Arnold después de unos minutos, alcé la cabeza y volví a cerrar la laptop, siempre alerta- las chicas y yo veremos una película en mi casa...¿Quieres ir?

-Ted-exclamó Lina con una sonrisa.

-El Titanic-corrigió Minnie dándole un codazo a la castaña.

-Cállense las dos-les recriminó Mica amenazándolas con el cubierto, yo reí por lo bajo y las miré divertida- la compraremos por internet y todavía no estamos seguros cuál de todas queremos ver...¿Tienes este miércoles libre?


Oh, mierda.

Me acomodé un mechón de cabello detrás de la oreja y comencé a golpear con los dedos la tapa de mi computadora...¿Miércoles? ¿Quién se junta a ver películas los miércoles por la noche? Nadie hace nada en Holmes Chapel ese día de la semana...O sea...Por Dios, es miércoles. ¿Qué excusa les daría ahora?

-¿Miércoles... Te refieres al miércoles por la tarde? ¿Como a eso de las tres o cuatro y media? ¡Genial!-solté antes de que pudieran decir otra cosa, con mi delatora sonrisa nerviosa. Los chicos me miraban extrañados, especialmente Minnie quien era la que tenía más sentido común de todos.

-Emm...No, ________, obviamente será de noche-pronunció lenta y cuidadosamente.

-Ah...Bueno...-me quedé en el aire por unos segundos, sin saber que decir o inventar, hasta que dejé salir lo primero que se me vino a la cabeza-no puedo, es que debo cuidar a las hijas de una vecina porque...Su esposo murió... Ataque cardiaco...Ayer...Sí, eso.

-Oh-dijo la rubia dejando suavemente caer los hombros- lo siento...Por ella. ¿Son niñas pequeñas?


-Cuatro años-mentí mientras me llevaba el vaso de jugo a mis labios para disimular el mal intento de sonrisa dolida.

-Que mal-susurró Arnold, frunciendo el ceño- me agradaba el señor Cowell... No sabía que tenía hijas-entonces casi me ahogo con mi propia bebida.


-¿Conociste al señor Cowell?-pregunté incrédula entre toses e hipos, con los ojos ardientes y llevándome una mano al pecho.

-¿Conocerlo? _______...Ese tipo fue quién enseñó a mi hermana a caminar, Oh Dios...Cuando mamá y papá se enteren...Jesús...


Estaré más jodida que un cerdo en Navidad.

(...)

Cuando el timbre marcó la hora de salida fui corriendo hacia mi casillero para no toparme con mis amigos, o con Jessie, o en su defecto, con Roger. Estaba tan nerviosa que sentía como el corazón se me saldría por la boca, y apenas podía mantenerme de pie, porque mis ridículas piernas comenzaban a tambalearse como fideos y chocaban como canicas por las rodillas.

Minnie había notado que algo no andaba bien, y dado a su complicada personalidad, sabía que ella haría todo lo que fuera por averiguar de qué se trataba. Tenía motivos para estar asustada, esa chica siempre tiene lo que quiere, por eso debía usar la cabeza y evadirla... Hasta el miércoles.


Abrí mi casillero y metí la cabeza allí dentro cuando los vi pasar, pero una enorme bolsa color rosa cayó al suelo y captó toda mi atención. Cuando me arrodillé para tomarla, leí que venía de Victoria Secret.

ᴛʀᴏᴜʙʟᴇ ʙᴏʏ| ʀᴏɢᴇʀ ᴛᴀʏʟᴏʀWhere stories live. Discover now