Una vez solos, Harry se echa a reír, sacudiéndose y rodando sobre el colchón para subirse encima de su novio, a quien le sujeta el rostro y vuelve a besar una y otra, y otra, y otra vez. Draco suelta débiles quejidos, que no podrían ser más falsos. Está sonriendo contra sus labios.

Fueron a volar por la noche, después de encontrarse en un aula abandonada que tienen por escondite luego del toque de queda. Regresaron tarde al castillo, como suele ocurrir cuando salen de ese modo.

Harry sólo quería cinco minutos más con él, abrazarlo, otro beso. La excusa para acompañarlo a las mazmorras también era la misma de siempre.

De alguna manera, aquello terminaba en que los dos se metían a su cama y fingían que Draco estaba dormido, para no tener que lidiar con el mal humor mañanero que ciertos Sly tenían frente a él. Mal humor que, a veces, se extendía a las demás horas del día, por supuesto, pero no era como si a Harry le importase.

No. Cuando estaba disfrutando de los ruidos ahogados que Draco dejaba escapar entre los besos, a punto de quedarse sin aliento, había poco (o nada) que pudiese importarle más que lo que hacía.

Harry amaba a su novio. Merlín. Si pudiese inventarse una palabra más fuerte que "amor" para describir aquello, para englobar la felicidad anhelante, la paz interior, el calor alojado en su vientre y las sacudidas del estómago, esa sería la que usaría. Pero ya que nadie la creaba todavía, tenía que limitarse a decir que era amor.

Y por supuesto que sabía que su Draco lo amaba a él. Ahora, al menos, lo sabía. Puede que en un principio, hubiese sido una verdad más difícil de alcanzar, pero ahí estaba.

—...debemos...ir...a desayunar...

Harry protestó cuando el chico ladeó el rostro, estirándose desde su posición para intentar atrapar sus labios, de nuevo.

—Harry, es...hey...hey, no...—Ya que no dejaba de moverse para evitarlo, optó por la siguiente mejor opción: deslizar las manos por debajo de su pijama, otra vez, y repasar su torso con los dedos. Draco se rio por lo bajo—. ¿Qué hay del desayuno?

Él sonrió ampliamente.

—Tengo un par de cosas que me gustaría más meterme a la boca aquí mismo...

Draco elevó las cejas. Le llevó un momento caer en cuenta de por qué y sentir que el rostro le ardía.

—Bueno, sí- sí, sé que eso sonó- —Calló. Su novio le acababa de pasar los brazos alrededor del cuello, y despacio, le envolvía la cadera con una pierna, halándolo más hacia abajo, hacia él—. ¿Puedo tomar esto como un "vamos a desayunar tarde y puedes darme todos los besos que quieras"?

Nunca estaba de más preguntar. Draco sonrió, a medias.

—No estoy pensando solamente en besos.

—Oh —Exhaló, asintiendo lento.

—Sí, oh —Meneó la cabeza—. Sólo ven aquí, Potter.

Draco levantó la barbilla y le ofreció los labios, y bueno, ¿cómo iba él a pretender resistirse?

Cuando salieran del cuarto, unas horas más tarde, Zabini y Nott estarían caminando de vuelta y se limitarían a negar, resignados. Desayunaron en las cocinas, fuera del horario regular.

0—

—¿...sabes que te he visto poner esa cara de idiota durante casi tres años y todavía no sé qué le ves?

—Es Draco Malfoy —Contestó él, con simpleza.

—Bueno, sí, ya me di cuenta que es Draco Malfoy. ¿Hay alguien en Hogwarts que no fuese molestado, intimidado o agredido por él?

Para ganarse el afectoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant