Un mundo corriente

Start from the beginning
                                    

¿Qué hacía allí? ¿Qué había pasado? ¿Y Dios? ¿Y el cielo? ¿Y...?

Detuvo su mente. No quería pensar en eso. No quería recordarlo. Solo siguió corriendo hasta quedarse sin fuerzas.

Para cuando cayó al suelo, las lágrimas se habían detenido. Un ruido en su estómago le hizo darse cuenta del hambre que tenía. Miró su bolsillo trasero buscando su cartera, pero no estaba allí.

—¿Esto es un videojuego? —gritó al cielo—. ¿En serio? ¿Dios? ¿Este es tu jodido sentido del humor? ¿Qué se supone que haga?

No tenía esperanza de que nadie le respondiese, así que no se decepcionó cuando nadie lo hizo. De pronto, el infierno de su situación se abrió paso por su mente. No tenía dinero, ni un lugar donde quedarse a dormir, sin nadie a quién llamar para que le ayudase, ni siquiera conocía la ciudad.

¿En esto consistía el cielo? No llevaba allí ni media hora y ya estaba harto. Pero ¡¿qué podía hacer... volver a casa?! Paúl se sintió más solo de lo que nunca en su vida se había sentido.

—Ten valor —se animó—. Puedes salir adelante.

Se sentía abrumado. Por algún motivo sus sensaciones estaban a flor de piel y tenía ganas de que alguien viniese a consolarlo. Que le regalasen un abrazo y le dijesen que todo iba a salir bien. Ya no era un niño... pero se sentía como si lo fuese.

Un gruñido procedente de sus tripas le advirtió de que la cosa iba a ir a peor. Sus ganas de llorar aumentaron. Por lo menos eso se solucionaba relativamente fácil. Pedir cuando se está necesitado no es denigrante. Una de las tantas doctrinas que su pad...

Un dolor en el corazón bloqueó el final de aquel pensamiento. Tan solo uno de sus valores familiares. Punto. No importaba quién hubiese dicho qué ni nada por el estilo.

Cerró los ojos. Por encima del hambre y la sensación de desamparo, aún podía sentir aquel filo penetrando su piel una y otra vez. Podía sentir el dolor extendiéndose por sus extremidades. Incluso era capaz de evocar la oscuridad que se abría paso a medida que sentía, con los últimos vestigios de su consciencia, que se asfixiaba. Todo lo demás estaba quedando atrás, como si su vida antes de aquel momento no fuese importante.

Su estómago volvió a quejarse, protestando por la falta de atención. Lo mejor era olvidarlo todo y centrarse en lo que de verdad importaba.

—De acuerdo, el orgullo es de quién tiene comida en la nevera.

Examinó a toda la gente que paseaba por la calle. Estaba en el cielo, lo más seguro es que todos fueran maravillosos. Pero entre la multitud de opciones se acercó a un hombre de mediana edad, bien vestido, que iba hablando por el móvil de algún tema que le hacía tener una sonrisa en la cara.

—Disculpe, no tengo dinero y necesito comer... —Por algún motivo que no llegó a comprender, usó un tono servil que le hizo sentirse humillado—. ¿Podría darme algo?

Ni siquiera le respondió.

Se quedó mirando desilusionado, como aquel individuo se perdía entre la muchedumbre. Seguro que en su vida había hecho felices a un millón de personas, porque sino no sabía que diablos hacía allí.

Para su segunda elección escogió una señora mayor que, de cierta manera, le recordó a su abuela.

—Lo siento, cariño, no llevo suelto —comentó, agarrando el bolso con fuerza.

—Ya veo que lo tiene todo bien agarrado —bromeó con tono mordaz. Se tuvo que repetir que ayudar no era una obligación, sino un deber; así que bajó el tono—.No se preocupe, comer no es tan importante.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jul 02, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Cuando el juego acabeWhere stories live. Discover now