Jeno se quitó el sombrero, soltó un suspiro y sin darle aviso se acercó a él por detrás y tomó su mano. Se quedó completamente quieto sintiendo su cercanía. Su mano era el doble más grande que la suya. Fuerte, áspera, caliente. Con cuidado lo hizo caminar hacia delante, aún sosteniendo su mano. La levantó un poco cuando el caballo se acercó a ellos. Jaemin retrocedió unos pasos soltando un suspiro de sorpresa. Pero se encontró con el pecho de Jeno. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. 
White se acercó otro poco a ellos, hasta que la mano de Jaemin se apoyó sobre su hocico. La mano de Jeno seguía sobre la de él, e hizo el movimiento descendente para que acariciara a White. Se quedaron en silencio. 
El corazón de Jeno latía rápido. Él no sabía bien por qué estaba haciendo aquello. No debería estar tan cerca del castaño. Su perfume lo rodeó. Lo tenía tan cerca, era como un sueño. 
El menor se mordió los labios. La situación era la misma que hace ocho años atrás. ¿Qué debería hacer ahora? ¿Besarlo? Sacudió la cabeza. 

—¿Lo ve? —inquirió él cerca de su oído —Él no va a hacerle daño.

Jaemin se estremeció, su voz era tan masculina. Giró un poco la cabeza para encontrarse con sus ojos a escasos centímetros.

Podía besarlo si se inclinaba un poco, y la idea lo emocionó de una tonta manera. Ya no era un niño, no iba a besarlo como tal. Pero, por dios, era como un extraño para el menor ahora. Aunque en su mirada podía ver que seguía siendo el mismo de siempre. Se había ido un niño y ahora veía un hombre. Un hermoso hombre. Se alejó de él rápidamente. Eso era extraño, no podía comportarse de esa manera.

Jaemin se quedó quieto en su lugar, acariciando a White por si solo. No sabía que decir, ni que hacer. Todo era tan raro. Acomodó su garganta.

—White está realmente hermoso, Jeno —le dijo para romper el hielo.

Él se rascó la nuca y no lo miró.

—Es el mejor caballo de la estancia. 

Jaemin le sonrió al caballo y lo palmeó un poco. White se le acercó más hasta tocar su rostro con su hocico. Jaemin rió por lo bajo. Jeno lo miró, y su corazón palpitó. Se veía tan hermoso allí parado, casi abrazando a White. Al parecer el caballo no lo había olvidado. Él no se mostraba tan cariñoso con las personas.
 
—Jeno —lo llamó sin mirarlo. 

—¿Si? —le preguntó.

Jaemin tenía los ojos cerrados y ahora abrazaba a White. Era como si estuviera recordando algo. 

—¿Recuerdas cuando éramos niños y jugábamos a las escondidas? —inquirió y abrazó un poco más fuerte a su caballo. Se sentía bien así —Tú te escondías en algún lugar de la caballeriza y yo tenía que buscarte. Y cuando te encontraba…

Abrió los ojos y él no estaba allí. Frunció el ceño extrañado. ¿Podía ser posible que él se fuera dejándolo solo? Pero entonces escuchó el sonido de algo que se caía. Sonrió al recordar que esa era la señal. Él estaba escondido en algún lugar.
Comenzó a caminar, pero el sonido de paja bajo sus pies era muy delator. Se quitó los zapatos y los tiró a un costado. 

—¿Dónde podrá estar? —preguntó con cierto tono de burla.

Jeno sonrió mientras estaba escondido detrás de uno de los caballos. No podía creer que él recordara algo como aquello. Al parecer lo tenía presente. ¿Tendría presente también aquel beso que compartieron en aquel lugar? Tal vez no…

Un sonido proveniente de unas de las cuadras alertó a Jaemin, él estaba cerca. El castaño se acercó en silencio y se asomó de repente pensando que él estaba allí. Pero no, no estaba. Miró hacia su derecha y sonrió con malicia. Ya sabía en donde estaba.
Jeno no escuchó ni un sonido más. Aquello era extraño. Asomó la cabeza con cuidado y Jaemin no estaba por ningún lado. ¿Se habría ido?

Salvaje - Nomin Onde histórias criam vida. Descubra agora