(...)

Como Ron y Hermione debían guiar a los niños de primero a la sala común, Harry y Annie se fueron aparte mientras conversaban.

—Interesante discurso del sapito, ¿no? —dijo Annie.

Harry la miró divertido.— ¿Sapito?

—¡Sólo vele la cara! No me digas que no se parece a un sapo. Hasta creo que Trevor es más bonito que ella.

Harry rió.

—Eres increíble.

—Lo sé. Dime algo que no sepa —bromeó.

—Cuanta modestia —respondió sarcástico.

Annie le guiñó un ojo. Llegaron al tapiz de la Dama Gorda, y Annie se golpeó mentalmente al no saber la contraseña.

—Si no me dicen la contraseña, no entras —dijo con altanería.

—¡Yo la sé, chicos! —exclamó alguien que llegaba jadeando; Annie se dio la vuelta y vio que Neville corría hacia ellos—. ¿Saben qué es? Por una vez no se me va a olvidar... —afirmó agitando el raquítico cactus que le había enseñado en el tren—. ¡Mimbulus mimbletonia!

—Correcto —dijo la Señora Gorda, y su retrato se abrió hacia ellos, como si fuera una puerta, por el que pasaron los tres.

Annie sonrió al observar la familiar sala roja donde ha pasado muchísimo tiempo.

—Hasta mañana —dijo Annie sonriéndole.

Harry la tomó de la cintura, acercándola.

—Duerme conmigo —susurró haciendo un puchero.

—Quiero ordenar mis cosas y agarrar la cama cerca de la ventana antes de que llegue Hermione —respondió abrazándolo por el cuello.

Harry gruñó.

—De acuerdo —se resignó. Se acercó a ella y la besó pausadamente.

—Te veré mañana entonces —murmuró él.

—Hasta mañana, te quiero —respondió Annie besándolo una última vez. Se separaron y Annie finalmente subió hasta el dormitorio.

(...)

Annie no sabía el porqué había despertado tan feliz la mañana siguiente. Se levantó con una sonrisa, se duchó y gracias a un hechizo se secó el pelo sin que terminara esponjado.

Hermione la miró con una sonrisa extrañada.

—¿Porqué estás tan de buen humor?

Annie se encogió de hombros mientras se colocaba frente al espejo y procedía a hacerse un peinado.

—Wow, ¿qué hizo Harry ayer para tenerte tan feliz y que hasta te peines? —bromeó Hermione.

Annie rodó los ojos divertida.

—Nada. Sólo me levanté de buen humor —respondió— ¿Suelto o recogido?

—Recogido.

Annie se hizo una cola alta y con un mechón de cabello rodeó la liga para que no fuese visible, asegurando el mechón con un pequeño broche.

Tomó los collares que Harry le había regalado mientras tarareaba "Paradise City" de Gun's and Roses y se los colocaba.

Añadió también su pulsera y rizó sus pestañas. A lo último se roció un poco de perfume.

Hermione se acercó a ella y colocó una mano en su frente.

—¿Tienes fiebre?

—Estoy bien. ¿No puedo estar feliz?

Annie y la Orden del Fénix Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon