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2-Almuerzo...

España no se desanimó por su primer fracaso. Oh no, por supuesto que no, convirtió en su próxima meta hacer que Rusia y Nueva España estén juntos y no se rendirá ante eso así que había reunido a Madrid y Barcelona para pedirles consejos al respecto. Por supuesto, ambos lo miraron como si se hubiera vuelto loco, pero con un suspiro resignado sugirieron que organizara un almuerzo donde invitara tanto a Rusia como a Nueva España.

Eso le había parecido excelente por lo que ni corto ni perezoso agendó un día con ambos países y se dispuso a preparar de todo un poco. Pasó unas horas considerando si debía mandar a preparar comida tradicional española o alguno de los platos de los que su hijo siempre está comiendo; finalmente decidió que lo mejor sería preparar una paella pues duda que a alguno de los dos le desagrade.

Así habían pasado un par de semanas entre la preparación y que Nueva España se recuperara de su intoxicación alimentaria; el día por fin había llegado y como es de esperar Rusia llegó puntual cual reloj siendo recibido por España que lo llevó al jardín.

—Nueva España no debe de tardar—informa casi vibrando de la emoción, —¿te sirvo algo?

—Un jugo está bien —responde el ruso asintiendo hacia él.

A España aún le causa un poco de impresión el fuerte acento del ruso cuando habla español, pero lo deja pasar y le sirve un vaso de jugo de granada sentándose junto a él. Unos diez minutos después, que se le pasan volando, llega Nueva España caminando apresuradamente hacia ellos.

—Chale me quedé bien jetón —explica rápidamente rascando su cabello sentándose. Le sonríe a Rusia con suavidad mirando a España—, entonces viejo ¿qué pedo con esto?

—Nada, nada. Solo quería compartir un almuerzo tranquilo —sonríe haciéndole una ceña a sus empleados que se acercan rápidamente para colocar tres platos, los cubiertos y dejar una gran bandeja en la mesa destapándola para revelar la paella que con tanto esmero habían preparado sus cocineros.

—¡Hijole virgencita linda eso huele bien pinche sabroso! —exclama Nueva España tomando un plato para servirse—, no más le falta chile y queda bien culero.

—No —dice España con seriedad sirviéndole un plato a su invitado—, vas a arruinar el sabor del arroz, Nueva España.

—¡Puta madre como chingas con eso! —rueda los ojos sacando de su pantalón una salsa de tabasco. España se pregunta si es que su hijo anda siempre con una botella de esas pues siempre que habían comido juntos le echaba picante a todo, incluso a la comida picante de su propia gastronomía—, me llamo México, y esta salsa esta bien vergas.

—Ya te dije que no —dice señalándolo con el cucharón antes de servirse su propio plato.

Por supuesto, México lo ignora estratosféricamente vertiendo una gran cantidad en todo el plato; desgraciadamente antes de que pueda llevarse una cucharada a la boca para empezar a comer España toma el plato.

—Oraaaa oraaa ¡eso es mío! —reclama el tricolor levantándose de su asiento tomando el plato para quitárselo.

—Voy a servirte uno nuevo, te dije que eso no lleva picante —España reclama tratando de mantener la calma jalando el plato.

—No mames, ¿cómo va a arruinarlo? Tu siempre estás haciendo comida bien culera —México vuelve a jalar.

—Nueva España, ya te dije que...

—¡Que la burra al trigo! ¡No soy la pinche Nueva España! —grita jalando con más fuerza de la necesaria y cuando España lo contrarresta el plato se tambalea en sus manos haciendo que caiga estrepitosamente y todo su contenido embarrado en salsa picante cae tanto en la cara como en la ropa de Rusia.

—¡Hostias! —grita España sobresaltado.

—¡No mames! —grita México mirando el plato vacío, —¡Ya hicistes un desastre por tus chingaderas!

España lo mira mal para luego girarse a Rusia mirándolo avergonzado. Empieza a disculparse tomando una servilleta para limpiarlo y llama a uno de sus empleados para que lo acompañaran al baño a limpiarse agradeciendo que el picante no le haya caído directamente a los ojos. Derrotado se deja caer en su asiento viendo como Nueva España no se había ni inmutado y se servía de nuevo un gran plato de paella para luego bañarlo en salsa tabasco.

Cubre su rostro suspirando frustrado, sus planes hasta ahora habían sido un completo desastre y el que se supone iba a ser un perfecto almuerzo se transformó en una horrible pesadilla. Si tenía suerte luego de eso Rusia no iba a cortar todo contacto con él, si tenía suerte.

CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora