Ambos compartieron una mirada confundida. Cruzaron hasta llegar a la puerta y Harry la abrió, dejándose escuchar un chirrido.

Echó un breve vistazo al tenebroso techo de una habitación con dos camas; entonces, se oyó un fuerte ruido, seguido por un chirrido aún más potente.

Annie se sobresaltó cuando alguien se abalanzó contra Harry haciendo que separasen sus manos.

—¡HARRY! —exclamó separándose de él para abrazar a Annie— ¡ANNIE! ¡Están aquí! ¡Ron! ¡Están aquí!

—Hola chicos —saludó alegremente Annie dándole un abrazo a Ron. Estaba feliz de verlos pero repentinamente se acordó de que no le habían enviado ninguna lechuza en el verano y su sonrisa decayó.

—¿Cómo están? Escuchamos lo de los dementores.  ¿Has estado furioso con nosotros? Apuesto a que lo estabas, sé que nuestras cartas eran inservibles... pero no podíamos
decirte nada. Dumbledore nos obligó a jurar que no te diríamos nada, oh, tenemos que contarte muchas cosas y tú tienes que contarnos también... y aquella vista del Ministerio ¡es simplemente un escándalo! He estado informándome, no los pueden expulsar, simplemente no pueden, hay una disposición en el Decreto de la Restricción
del Uso de la Magia en menores que permite usar la magia en situaciones de vida o muerte.

—Dales un respiro, Hermione —dijo Ron, sonriendo mientras cerraba la puerta detrás de Harry.

Se escucharon un par de aleteos. Hedwig y Maya estaban ahí.

—Hola Maya —saludó Annie mientras la lechuza se posaba en su hombro. Annie acarició sus plumas.

La blanquecina lechuza chasqueó su pico y mordisqueó su oreja de manera cariñosa, mientras Harry acariciaba sus plumas. 

—Ha estado muy a gusto —dijo Ron— Picoteándonos hasta la muerte cuando trajo tus últimas cartas. Mira esto —Les enseñó a Harry y Annie el dedo índice de su mano derecha, el cual ostentaba una media cicatriz, pero con un corte bastante profundo. 

—Oh, sí —dijo Harry— Lo siento, pero necesitaba respuestas, entienden...

—Queríamos dártelas, colega —dijo Ron— Hermione creía que nos estábamos pasando. No paraba de decir que harías algo estúpido si te sentías abandonado y sin noticias, pero Dumbledore nos hizo..

—jurar que no me dirían nada —dijo Harry— Sí, Hermione ya me lo ha dicho.

Se sumieron en un incómodo silencio mientras Harry acariciaba a Hedwig y Annie se mordía el labio. Sabía que Harry estaba muy molesto.

—Creo que pensó que era lo mejor —dijo Hermione casi sin aliento— Dumbledore, quiero decir. 

—Bien —dijo Harry.

—¿También les pidió que no me escribieran? —preguntó Annie en un murmullo, todas las miradas posándose en ella.

Hermione y Ron asintieron.

—¿Porqué?

—No lo sabemos —se apresuró a responder Hermione— no nos lo dijo.

—Creo que pensó que estarías más a salvo con los Muggles —empezó a decir Ron. 

—¿Si? —dijo Harry, alzando sus cejas— ¿Alguno de ustedes ha sido atacado por Dementores este verano?

—Bueno, no pero para eso es para lo que tiene a gente de la Orden del Fénix vigilándote todo el tiempo.

Annie veía de Ron y Hermione a Harry, que no había levantado la vista.

—¿Aunque eso no funcionó tan bien, no? —dijo Harry, haciendo todo lo posible para mantener la voz intacta, en el mismo tono— Tuve que cuidarme yo mismo después de todo, ¿no?

Annie y la Orden del Fénix Where stories live. Discover now