¿En que estabas pensando Jazmín?.

El elevador me deja en el último piso, cruzo la calle tan rápido como puedo y tomo el primer autobús que se cruza en mi vista, ni siquiera se a dónde demonios va, pero solo sé que ahora estoy dentro de este inmersa en mis propios pensamientos. Si Vicent sintiera lo mismo, me hubiera dado una respuesta pero se quedo en silencio, justo cuando esperaba algo que me detuviera a dejarlo.

Cuando por fin decido baja del autobús descubro que me he quedado a cinco calles de donde vivo. Camino por la acera mientras escucho relámpagos en el cielo que iluminan el cielo. Limpio con la manga de mi camisa el rímel que se ha corrido de mis ojos producto de las lágrimas. Llego a mi casa y descubro que no hay nadie allí, mama es posible de que haya salido y estoy luchando por abrir la cerradura de la puerta.

- Respira Jazmín, solo trata de calmarte.

- Jazmin ..- escucho esa voz tan particular a mi espaldas y empiezo a creer que Carl es bueno conduciendo calles nuevas para haberlo traído tan rápido hasta aquí.

- Vicent, no.

- Disculpa – susurra.

- ¿Qué te disculparía?

- Por haberme quedado callado como un idiota en el pent-house, pero me has tomado por sorpresa.

- Está bien – trato de volver a meter la llave girándola en la cerradura y él jala de mi brazo.

- Escúchame primero que todo – mi vista se clava ahora en su traje esta hecho un desastre, como si hubiera estado jalando de su corbata en varias oportunidades y su cabello luce desordenado, rebelde.

- Te escucho.

- No es porque no tenga nada que decir, o menos que sentir, porque siento muchas cosas cuando estoy contigo Jazmín. Siento más que compartir mis labios o mi cuerpo contigo – su mano ha acariciado mi mejilla y se siente como una pluma suave sobre mi piel-. Solo que no encuentro palabras adecuadas para decirlo, porque no quiero verme como un hombre que se obsesiono con una niña como tú.

Aprieto mis labios al escuchar esa maldita palabra.

- Sé que odias que te diga de esa manera, pero te veo así, inocente y frágil, debo primero organizar mis sentimientos.

- Fue lo que dije en tu pent-house, dije que quería tiempo para pensarlo y después volvería.

- No dijiste eso, solo saliste y me dejaste – mete las manos en sus bolsillos-. No vuelvas a hacer eso, se siente como el infierno.

- Me quede esperando tu respuesta y no llego ¿Qué querías que hiciera?

- Que te quedaras y que mandáramos al diablo todo. Asi me ahorraría el haber venido hasta aquí pidiendo que vuelvas. Dijiste que te quedarías conmigo.

- No te dije cuanto tiempo.

- Nunca creí que me dejaras – suena aturdido.

- Yo nunca creí ver a tu ex esposa parada en frente de la habitación diciéndome esas cosas. Es bonita, más que en los afiches, es claro que aun siente algo por ti.

- Ni siquiera la escuche, le pedí que se fuera.

- ¿A que venía?

- ¿Crees que si me interesara, estaría aquí?

- No lo sé, no te gusta hablar del tema – me encogí de hombros-. Lo evades todo el tiempo.

- Ya no es mi esposa, está en el pasado. No me gusta hablar de mi pasado.

Seducir a un extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora