Así que, durante algunos días, tendría que poner a alguien de su equipo perdiendo el tiempo en la ocurrencia de un condenado friqui. Por lo que los demás, y él mismo, tendrían que hacer alguna hora extra. Así y todo, en estos casos era mejor actuar con precaución. A veces los hackers podían resultar muy peligrosos, especialmente los rusos. Y ahora que habían conseguido los últimos modelos en equipamiento cuántico, echar a perder los millones de euros que estos suponían, significaría el fin de su carrera. Como informático al menos. Siempre podría probar fortuna como escritor. Un sueño de la infancia. Aunque para eso necesitaba algo más que publicar cuentos en alguna revista digital, como hasta ahora.

Los días pasaron, y el compañero encargado de resolver el problema, no sólo no era capaz de hacerlo, sino que parecía estar perdiendo el juicio. Le aseguró que, de algún modo, se había dado un entrelazamiento cuántico, que habían establecido contacto con la directora del CERN (siglas en francés de Consejo Europeo para la Investigación Nuclear) del año 2018, Fabiola Gianotti, la primera mujer en ocupar ese cargo. Que dicha mujer, en persona, le estaba enviando documentación, audios y vídeos preparados expresamente para ellos, sus colegas del futuro. Y que además, querían comprobar si era posible una comunicación en directo. Por lo que le habían sugerido que utilizase el Skype.

—¿El Skype?

—Me ha explicado que era un software para realizar videoconferencias. Vaya, para mantener una conversación.

—Sí, ya sé lo que es el Skype. O mejor dicho, lo que era. La empresa fue vendida, creo recordar que a Facebook, y cambio de nombre. Si no podemos encontrarlo, en su versión del 2018, ni se te ocurra pedírselo. Quizás sea una trampa. Porque supongo que serás consciente de que el entrelazamiento cuántico se ha comprobado con dos objetos separados en el espacio. Pero lo que propones es...

—Absurdo. Lo sé. Aun así, debería darle una ojeada a los vídeos y la documentación que nos han enviado. Si es el trabajo de unos bromistas, hay que reconocer que son muy buenos en lo que están haciendo. 


La profesora de historia contemporánea en la Universidad Miguel Hernández de Elche, Nuria Caballero, ultimaba su artículo para el portal de noticias El País, con el que intentaba describir a los lectores cómo se había desarrollado hasta entonces el siglo XXI. A modo de introducción para sus posteriores artículos, en los que abordaría sus teorías sobre lo que le aguarda a la humanidad en el futuro.

«...Tras la crisis norteamericana a finales de los años veinte, muy al contrario de lo que auguraban algunas voces, los Estados Unidos de América seguían siendo la primera potencia mundial. Sin embargo, los conflictos internos la habían debilitado enormemente. Las diferencias sociales, étnicas y religiosas, sumado a los enormes gastos en defensa, a la interminable crisis de deuda económica, y a las tensiones con China por el control del Océano Pacífico, habían llevado al país a una situación extrema. Que terminó por implosionar en un estallido social de mucha mayor gravedad y trascendencia, en comparación con los que se habían dado anteriormente. Por ejemplo, con los disturbios raciales de hace ahora un siglo, en Newark, Nueva Jersey.

La situación derivó en un golpe militar dirigido por el jefe del estado mayor, el general Andrew Miller, que se autoproclamó como presidente de los Estados Unidos. En ese momento se habló de una medida temporal, hasta que fuese posible restablecer el orden democrático. Pero lo cierto es que el nuevo orden acabó por perpetuarse veinte años después, en la figura del general Isaac Benford. Una situación que había sido ya intuida, muchos años atrás, en la novela «Siete días de mayo» de Fletcher Knebel y Charles W. Bailey. Novela que sería llevada al cine.

Una situación que, como ocurrió con el Brexit, en parte ayudó a impulsar la gradual creación de los EUE (Estados Unidos de Europa). La primera fase fue la unidad económica, a principios de siglo. Pero no tardó en hacerse evidente que se hacía necesaria una unidad militar, para suplir la paulatina retirada de las bases norteamericanas en suelo europeo. A esto se le sumó la necesidad de una policía europea, al estilo del FBI norteamericano, que pudiera ser capaz de dar una mejor respuesta al fenómeno del terrorismo global, y dirigir el intercambio de datos entre los diferentes cuerpos de inteligencia, hasta lograr unificarlos de forma gradual.

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