Capítulo 1. El rechazo duele.

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Mover mis pies en el suelo no lograba hacerme sentir menos nerviosa, solo empeoraba mi situación.

Porqué sigo intentando luego de haber sido rechazada... ¿Catorce veces? ¿Quince, quizás?

No sabía, quizás era porque era demasiado obstinada y testaruda como para rendirme, lo que sí sabía era que no me detendría hasta escuchar las palabras que tanto había esperado.

"Queremos que trabajes con nosotros".

Pero también sabía cuál era el trabajo que conllevaba recibir esas palabras. Debía dar algo, eso era lo que esperaban de mí, era lo que todas las editoriales de Los Ángeles esperaban de sus jóvenes postulantes. Y yo no tenía nada.

-El señor Native la está esperando. -Anuncio la secretaria. Asentí y me levanté acomodando el incómodo vestido formal color bermellón que llevaba puesto.

No volveré a pedirle ropa a Zureika.

Entré a la oficina del señor Native, fundador y director de la editorial Nativa, y estreché su mano, deseando que no se diera cuenta que estaba sudada.

-Es un honor conocerle, señor Native, he leído todos sus libros. -Halagos. Mi tía siempre decía que para ganarse a un hombre hay que halagarlo.

-Señorita Michel. -Señalo con su mano un asiento frente a su escritorio. Él se sentó frente a mí.

Señorita Michel era mi abuela, señorita Michel era mi tía... Yo solo era Desiree, la pobre y pequeña Desiree que había obtenido esa entrevista con el dueño de la editorial, el Gran Jefe, solo porque su tía tenía los contactos correctos.

Las catorce o quince veces anteriores habían sido totalmente obra mía, mis méritos, y había sido entrevistada por encargados del área de Contrataciones. Esta vez era distinto.

-He revisado sus recomendaciones, señorita, y sus calificaciones en la universidad. Todo parece estar bien, y sus profesores parecen no poner objeciones sobre usted. -Dejó mi currículo a un lado y me miro con unos intensos ojos verdes. Creo que esperaba intimidarme, pero no le permití tener ese poder en mí. -Así que, viendo lo prometedora que podría llegar a ser, necesito saber qué puede ofrecerle a la editorial.

Tomé una bocanada de aire. Era lo mismo que las demás editoriales habían pedido, y esa vez había practicado mi respuesta a esa pregunta. Con la ayuda de mis amigas había logrado formular una respuesta mucho mejor que "no sé a qué se refiere".

-Puedo ofrecer compromiso y dedicación, apoyo en todo lo necesario. He sido desde los diecisiete años secretaria en Chill'in, y soy muy organizada y proactiva. Tengo iniciativa para realizar distintas labores, trabajar en equipo y desenvolverme en distintos ámbitos. También...

-Señorita Michel. -El hombre apoyó sus codos en el escritorio y entrelazó sus dedos, interrumpiéndome. -Esa información serviría si usted estuviese postulando para volverse secretaria o editora de Nativa, pero usted está postulando para ser una escritora con contrato. -Coloco el currículo frente a mí. -Su registro es perfecto, sus calificaciones adecuadas, todo está en orden, pero...

Ese "pero" ese pequeño conector que indica oposición, esa palabra de cuatro letras que me había arruinado durante semanas.

-Pero... Tiene para ofrecernos un manuscrito, señorita Michel. Un texto finalizado, uno a medio finalizar, un boceto, una idea siquiera. Algo con lo que podamos trabajar, algo con lo que podamos darnos cuenta de su compromiso con la editorial.

Nada, yo no tenía nada para ofrecer. Ni una idea, ni un manuscrito. Nada.

Di esa respuesta y alejo sus manos del escritorio. Esa reunión había finalizado.

Deseo Where stories live. Discover now