7. My tears ricochet.

Start from the beginning
                                    

—Y tú deberías ser muy estúpido como para confesar algo así por teléfono, podría estar llamando a la policía en estos momentos.

Su risa es contagiosa.

—Por muy interesante que suene todo, en realidad no escondo algo tan gordo.

—Acabas de confesar que escondes algo —contraataco, pero su silencio me hace borrar la sonrisa del rostro—. Oye...

—Todos escondemos algo, Brook, sea algo grande o pequeño, pero todos tenemos secretos —su voz se torna seria.

—Cuéntame un secreto, Matt. Uno pequeño —le pido y por un momento creo que no lo hará, hasta que habla.

—Hoy tenía tanto miedo de que dijeras que no —es su respuesta—. Los cinco segundos que tardaste en decidir si salir conmigo o no era buena opción, fueron una agonía. Estaba a punto de cagarme en los pantalones.

Su última frase le quita hierro al asunto y suelto una carcajada.

—Tus nervios son absurdos.

No tiene sentido, ¿Quién en su sano juicio rechazaría una cita con él? Si era lo más cercano al chico ideal que llevaba años imaginando.

—Sentí esa extraña sensación de cuando darás tu primer beso y no sabes si saldrá bien o terminarán vomitándote encima.

—Que comparación tan horrible, Matt —digo con asco.

—Así de horrible sería si me hubieses rechazado.

—¡Dios, no! Yo prefiero mil veces ser rechazada a ser vomitada. Y créeme no creo que sea ni un poco similar.

Suelta una carcajada y luego se mantiene en silencio unos segundos.

—Es tu turno —decide hablar.

—¿Ah?

—Cuéntame un secreto —pide en voz baja, casi en un susurro.

Un secreto. Sus rostros son lo primero que aparece en mi memoria y sonrío inconscientemente.

Me planteo la idea de compartir algo tan íntimo y personal con Matt, pues nos conocemos desde hace poco, pero se siente como si estuviera segura con él, solo cuando estoy a su lado aparece esa sensación cálida en mi pecho, una sensación que solo había sentido estando en casa.

Sé que ama el color rojo y el blanco, no le gusta el café, a menos de que sea un americano, odia el desorden y evita a toda costa los problemas, prefiere las camionetas antes que los autos deportivos, porque según él, son más seguros, y aun sabiendo cosas como esas no puedo evitar pensar en lo superficial y banal que suena todo aquello, porque ambos hemos intentado mantener nuestra vida personal a parte, no sé cómo se llaman sus padres, ni él sabe acerca de los míos, no sé si tiene una mascota o una ex novia loca, lo que me hace llegar a la conclusión de que no se casi nada de su vida.

—No tengo secretos —me limito a contestar, porque en verdad ninguno se me viene a la mente.

—Claro que los tienes, todos los tienen —ríe y casi puedo imaginarme sus ojos entrecerrándose con desconfianza—. ¿No crees que pueda guardar tu secreto?

—No es eso, solo que ahora mismo no logro recordar ninguno —me sincero.

La verdad es que el cansancio está comenzando a hacer de las suyas y no puedo concetrarme en algo más que no sea su voz.

—Haré como que te creo —habla y escucho un poco de movimiento desde el otro lado de la línea—. Pero necesito oír un secreto tuyo, así podremos ser una especie de cómplices.

Irremediablemente Tú y YoWhere stories live. Discover now