Capítulo 1: La fortuna se ha reído de ti

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Isaías buscaba en una antigua agenda un número telefónico, para el sería algo tardado aunque tenía una marca para identificar si era correcto, un nombre: "Hansel Shwarz". Por fin lo habá hallado.

Atravesó la habitación, de una repisa bajo un viejo teléfono de dial rotatorio y lo conectó a la red telefónica, marcó tal número con cierta ansiedad, entonces unas palabras empezaron a salir del altavoz.

 —¿Quién habla? —cuestionó la voz al otro lado con un tono de cansancio y cierto enojo.

—Y-yo, el Padre Isaías Cruz, y no tengo muy buenas noticias para la Hermandad —contestó con angustia el religioso.

—No me digas ¿ya te amenazó Afisteo? —preguntó burlonamente Hansel.

—Sí, dijo que me retirara, pero pensé en que podríamos juntar a la toda la Hermandad para detenerlo —dijo con miedo el pobre Padre. 

—Sabes muy bien que ya no podemos hacer nada, recuerda el último incidente, aquellos maestros Lumen que se atrevieron a retarlo terminaron muertos y con un letrero que decía: "Los espero Hermandad de Acechadores, y Alianza Universal ¿es todo lo que tienen?" —contestó con un tono serio aquél hombre. 

—Entonces ¿qué podemos hacer? —interrogó Cruz aterrado.

—Supongo que dejárselo a la Alianza Universal, recuerda que la última vez hicieron nuestro trabajo, no fuimos capaces de combatir a Al-Majesh nosotros solos, y no creo que seamos rivales para alguien cómo ese Ángel caído de Afisteo —determinó Shwarz.

La llamada había llegado a su fin, el sujeto que había atendido la llamada de Cruz simplemente se limitó a sentarse en un sillón próximo a él, sinceramente poco le importaba la situación, pero pronto recordó que dentro de quince minutos vendría visita, por lo que puso a calentar un poco de té. 

Encendió la flama, puso un recipiente con un litro de agua sobre la llama y este líquido empezó a hervir, cuando de repente la llama se alzó hasta el techo e inmediatamente se apagó.

—Vaya vaya, con que tú eres uno de los jefes de los Acechadores, supongo sabes de mi, no me equivoqué al molestar a ese padrecito para que me llevara hasta ti —comentaba con confianza el traidor de dios.

Hansel, hombre corpulento con una gran barba de candado y cabello espeso, en un instante se tornó en un gran lobo de pelaje plateado, y con un salto, hundió sus colmillos en la carne maldita del ser celestial, justamente en su pierna derecha.

—¿De verdad piensas que me harás daño así, estúpido? —interpeló el antiguo servidor de dios mientras el hombre lobo se aferraba más a él.

Afisteo cargó una gran esfera de energía en su mano derecha, misma que lanzo contra el suelo logrando que el licántropo se alejará lastimado. 

 —¡Sello Phara! —esas palabras se escuchaban desde las lejanías

una suerte de cinco pequeños orbes de luz rodearon al traidor celestial formando una estrella invertida que lo atravesaba, dejándolo inmóvil, cosa que el Acechador aprovechó para escapar y encontrarse con su salvador.

—Ya tenía la situación bajo control, Sara —argumentaba con cansancio Hansel

—Yo no lo vi así, tío —contestaba una joven muchacha esbelta de cabello rubio, piel clara, ojos verdes, con una estura de de un metro y sesenta centímetros.

temiendo que Afisteo volviera, la joven usó la energía que le quedaba para abrir un portal al punto de reunión de los Acechadores, llegando a un lugar con cierto aire gótico, sin percatarse que un hombre de grandes ropajes les esperaba.






Un trabajo muy simpleWhere stories live. Discover now