—Acaso no me recuerdas —espera, ¿qué? Ay wey me ha deber confundido con alguien más, que desgracia la tuya.

—¿Disculpa de qué hablas? —contesté aguantándome la risa.

Alzó su vista en dirección a mis ojos y lo pude ver perfectamente, nop, ni idea de quien es, que fatal que te hallas confundido.

Vi que se ponía rojo y empezó a tartamudear al hablar —. Ay pe-perdón pensé que eras un amigo y... y pues él se parece como tú y... y... no creo que estudie aquí, jajaja —vaya risa más fingida. Un segundo ¿Hay alguien igual que yo? Bueno dijo que yo me parecía como ese chico pero, ¿hay personas que se parecen igual que yo? Ay ya me dio miedo. Espera, se supone que lo tengo que ayudar y no andar perdiendo tiempo.

Regresé a la realidad y lo animé a que no se preocupara y ante eso lo guíe por la institución para que la conozca un poco, aún faltan minutos así que si hay tiempo. Lo llevé por algunos pocos lugares ya que el timbre sonó, al parecer no había tanto tiempo, que mal calculo yo.

—¿Sabes dónde te toca? Digo para guiarte hacia tu salón de clases y que no te pierdas como al principio —lo vi y solo asintió su cabeza, al parecer si sabe donde le toca pero no sabe como entrar a la institución, es grande si y también me costó aprenderme varios lugares, yo también fui nuevo pero ya hace dos años.

Me despedí y antes de irme lo invité a que pasara el recreo conmigo, no tengo ningún amigo todavía y por ende sería bueno por lo menos tener uno. El chico asintió y se fue a su respectiva clase al igual que yo. Espero que no me cierren la puerta como la anterior vez, no quiero pasar de nuevo vergüenza frente a mis compañeros.

[...]

Y así como pasa el tiempo y todo lo que está en el cambia por ley del universo, nos hicimos muy unidos, él y yo.

[...]

Pasaron meses desde que conocí al chico azul. Le puse ese apodo por siempre andar de ese característico color pero he de admitir que es un apodo bonito y por cierto, no se molesto por eso. En cambio a mí me llama suricata. Se que soy medio feo pero desde cuando me parezco a un animal, tampoco estoy tan enano que yo sepa pero bueno, así es el precio de la amistad aunque... no lo quiero denominar de esa manera. Flex, el joven chico azul, es el tipo de persona que me alegra los días y no puedo decir que es amistad porque siento algo más que eso.

Y es que no puedo dejar de pensar en él, no puedo verlo directamente a los ojos porque sino me sonrojo, me da un no sé que cuando me toca, pero del buen sentido claro, me pone como si hubiera andado en drogas sin saber de lo que pasa a mi alrededor ¿Por qué me haces esto? Espera yo soy el pendejo que se enamoró ¿Por qué eres así yo interno? ¿Qué clase de magnífica tortura es esta?

Talvez sería buena idea invitarlo a salir a pasear por ahí, no sospechará nada en absoluto, si dice algo al respecto solo digo "no homo" y ya está, creo que lo tengo todo planeado, o eso espero.

Marqué su número esperando a que contestara.

—¿Flex? ¿Estás vivo?

—Ha marcado el número incorrecto, no sea pendejo —este idiota, pero aún así lo amo aunque sea idiota.

—No juegues conmigo tonto. Oye te llamaba para decirte algo.

—Uy no, yo pense que llamabas para comer o para ver televisión, pues claro idiota que uno llama para contar algo de lo contrario para que sirven los teléfonos —que pendejo que estoy.

—Bueno eso no importa. Como decía, te llamaba para invitarte a salir a pasear por ahí ya que mis viejos no están en casa, llegarán más tarde y bueno pues, tengo tiempo para pasar. Que dices —ahora solo queda esperar, por favor acepta.

🌹ⵎмuиdо dе нisтояiаs #Сoмраs...🌹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora