4. Dioses de Antara - Capítulo 1: la diosa

En başından başla
                                    

—Tierra, mar y aire —dice Aidun—. Ninguno de los elementos de Llumia se está librando del desastre que nos azota.

—Por eso os he reunido —interviene Lievanna por primera vez—. A los cuatro guardianes de los elementos sagrados. Y a vosotros dos —añade, clavando sus ojos en Aidun y Nial—. Responsables de las guerras que desbastan Llumia. Os sugiero que ceséis en ellas para que todos podamos aunar fuerzas en el común fin de salvar nuestro mundo.

Ninguno de los dos dice nada, si bien Aidun observa de soslayo a su enemigo.

Lievanna avanza unos pocos pasos y toma la muñeca de Zornak, apartándolo ligeramente de allí. El tono violáceo en los ojos de la hechicera le sobrecogen y más todavía su serena capacidad para liderar a la hermandad de magos de Llumia cuando, al menos en apariencia, dobla la edad a todos ellos.

—Los demás guardianes ya lo saben —murmura la hechicera, observando de reojo al grupo que ha dejado algo más apartado—. Las visiones de los magos hablan del fin de Llumia. Nuestro sol se extingue... nuestro mundo se acaba.

Zornak es incapaz de articular palabra y es ella quien continúa hablando:

—Hay una forma de intentar salvarlo todo, una forma que pasa por invocar a la diosa. Debemos hallar el modo y después... ella podría crear un nuevo sol.

—Invocar a la diosa suena temerario —exclama él, tratando aún de recuperarse de su impresión.

Ella asiente.

—Existen muchos riesgos en hacerlo pero, en caso contrario, existe una única certeza, Zornak. Por lo pronto y hasta que los magos averigüemos cómo hacerlo, deberéis poner los elementos sagrados a salvo, en otro mundo, pues si Llumia sucumbe, ya no habrá nada que salvar.

—¿En otro mundo?

—Creo que ha llegado el momento de cruzar los mares inciertos y de que Tenebros y Llumia vuelvan a unirse y formar parte de lo que ambos son: Antara.

—Ni siquiera sabemos cuál es la situación allí.

—Entonces habrá que averiguarlo porque lo que tenemos claro es cuál es la situación aquí.

Zornak traga saliva, angustiado, mientras Lievanna se vuelve de nuevo, sujetando aún la mano del guardián. Ahora les habla a todos:

—Regresad a vuestros reinos, reyes de Evestya y Alakron, y cumplid con aquello que aquí se os ha encomendado.

Nial se pone en pie, desafiante.

—Lo único que se nos ha pedido a... mi ferviente enemigo y a mí es que cesemos en nuestras disputas. Pero no creo que eso sea suficiente para salvar Llumia, de modo que exijo poseer la misma información de la que disponéis vosotros.

—Tú no eres un guardián de los elementos, Nial —le responde Lievanna—. No está en tu mano salvar Llumia pero sí dejar de lastimar a un mundo que ya de por sí agoniza. Es toda la ayuda que podéis prestarnos y te aseguro, rey, que no es poca. Suficiente privilegio supone para vosotros conocer la situación. Ahora marchaos.

Aidun se incorpora también con aire apesadumbrado y sin tan siquiera despedirse, abandona la sala.

*****

Abre los ojos lentamente, sin atreverse, sin embargo, a efectuar el menor movimiento. El cosquilleo del agua fresca le salpica en la cara, sumiéndola en una sensación agradable y reconfortante que, no obstante, no se sobrepone a la incertidumbre por lo que está ocurriendo. Mientras se sienta, Antara se lleva la mano a la sien y vuelve a apartarla impregnada en algo líquido que, con toda seguridad, debe ser sangre. Un escalofrío la recorre de arriba a abajo. Está desnuda y, de forma instintiva, se lleva las manos al pecho al tiempo que cierra las piernas. Traga saliva e intenta recordar lo vivido aquel día: uno más sumida en la pena tras la marcha de aquel extraño que, en apenas cinco horas, había transformado su mundo; tanto como para hacerla olvidar el drama de su ceguera, centrándolo esta vez en el de su propia ausencia. Mina la había llevado a una sala de la librería, una nueva y desconocida para ella y le había hablado del Libro de los Vínculos; después se había marchado y ella había permanecido allí durante un largo rato hasta sucumbir al sueño. ¿Por qué de pronto se despierta dolorida, magullada y desnuda a las márgenes de un riachuelo?

Dioses de Antara (Dioses y Guerreros 1)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin