Cruel Sonrisa

Capítulo I

"Morir es un arte, como todo, yo lo hago extraordinariamente bien"

Sylvia Plath.

— Eres una bendición!

Gritaba mi madre a pulmón cuando le revelé que veía cosas extrañas en las personas a la edad de unos 10 años, ¿Bendición de qué? Esas cosas eran la cosa más horrible que pude ver, da un miedo asqueroso, es decir, tienen unos ojos un tanto extraños que cuando se dan cuenta que les miras te siguen con su mirada, cualquier niño normal se hecha a llorar.

Pero Esa no era la peor parte, la peor parte es que se supone ahora debía convivir con verlos cada día, cada que saliera de casa a cualquier hora o lugar; ¿Sabes? Era muy desalentador saberlo y difícil de acostumbrarse a ver dichas cosas.

— No te desanimes hijo mío, a las chicas les gusta eso sabes y además como es raro que nazca gente con éste talento vas a gustar más. Ni hablar de tu aspecto guapetón, o sea quién no quiere a un chico guapo de ojos heterocromaticos?

Mis ojos no evitaron ponerse en blanco, quizá se vea “bonito” pero eso no compensaba las burlas de los otros por está características, “madre me estás avergonzado” no pude evitar pensar aquello.

Al pasar los años, me enteré de muchas cosas y una de ellas es que los soldados de la organización de la luz tenían como requisito tener la habilidad de ver las cosas asquerosas que yo veía, no tenía mucha idea de que conllevaba ser un “Soldado” de la organización de la luz contra las bestias bolas asquerosas negras, tampoco conocía el nombre de ellas o como llamaban a éstos soldados; en otras palabras, solamente conocía muy poco apesar de tener la información a la mano para conocerlos mejor aunque algo que puedo asegurar de estás es que en la organización te ayudan a utilizar un tipo de magia que mata o controla esas cosas. Ni bien ni mal mi sueño no era ser un soldado de la organización de la luz, más bien deseaba ser un panadero o algo que no me revelará a la sociedad pero era muy inevitable ver esas criaturas cuando me las cruzaba por las calles en la espalda de alguien, al igual que no podía evitar que el portador de ellas se diera cuenta que puedo ver lo que lo atormenta y seguro después se podría a saltar de alegría rogándome a gritos que se lo quité así dando a conocer mi bendición a las demás personas.

Era complicado vivir como yo a mí opinión, supongo que las cosas no salen como uno quiere si naciste así. Eventualmente mis padres me están prácticamente rogando que entré a la organización de la luz por la buena paga y reputación social para dejar de ser una clase media. No éramos pobres pero tampoco ricos, había días buenos y malos pero yo los veía de manera feliz simplemente conviviendo con mi familia y disfrutando comida casera de mi madre.... Pero al parecer mis padres no pensaban así, quizá había más prioridades, ¿No?.

Arrastré mis piernas y mi cuerpo fuera de la cama como pude, las cobijas aclamaban mi nombre con desesperación y deseo invitando me a volver a recostarme en ellas, enrollarme en su cobijo y quedarme en cama a dormir todo el día; que sueño.

Había terminado mis estudios hace unas semanas, ahora necesitaba ver el registro de inscripción en la organización de la luz para saber la fecha de ingreso en está y sus beneficios al igual que requisitos para su inscripción. Es raro decirle inscripción cuando bien puede ser solicitud de empleo pero estás persona, “soldados” como les digo, insisten en qué es más una inscripción porque entran casi todos que unos cuantos. Sí, que no se noté su necesidad de soldados.

Mis ojos cansados miraban la pantalla del teléfono tratando de concentrarme en las fechas de inscripción, tres días para la siguiente semana y después del tercero se cerraba... Que fastidió. Volteé mi cabeza un poco a posar la mirada en el hueco que hice anoche para dormir cómodo, como un nido entre las cobijas, me estaba tentando, mucho.