Capítulo Único

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Una pequeña historia que hice por el pasado cumpleaños de Sandeul, ¡Espero les guste! 

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Lee Junghwan era un muchacho joven lleno de energías y con una voz bendecida por los dioses. Desde que tenía memoria cantaba; en casa, en la escuelita, en las calles, en el bosque, en ríos... ¡Donde sea que estuvieras podías escuchar su melodiosa voz! Por ello, no era de extrañar que al crecer se dedicaría a cantar.

Trabajaba en un local majestuoso y altamente reconocido en la capital ofreciendo un pequeño e impactante show sólo con su voz acompañada del calmo sonido del Gayageu. Personas de todas partes del país iban a escucharlo, incluso algunos extranjeros, y Junghwan se sentía conmovido y motivado, dando lo mejor de sí en cada presentación.

Y había un particular visitante que estaba dando de qué hablar: un joven noble bastante agraciado. Junghwan no era el tipo de persona que memorizaba las caras de su tan variado público y de no ser por sus compañeros no se habría dado cuenta que Gong Chanshik, heredero de cierta familia en auge, los visitaba cada noche sin falta... Y esto sólo para disfrutar de sus canciones. El primero en decírselo, haciéndolo caer en cuenta de ello, fue su amigo y compositor Shin Dongwoo.

-Está claro que va a verte sólo a ti, Junghwannie.- le había dicho este, entre afectuoso y conmovido.

Esa tarde estaban reunidos en el jardín de Dongwoo disfrutando del té y una rica merienda preparada con esmero por este. Junghwan había ido para conversar acerca de una nueva canción y su charla se fue extendiendo hasta tocar el tema del noble que a diario se dejaba ver entre los espectadores del cantante.

-¿Tanto le gusta mi canto...?- Junghwan divagó, como si no estuviera consciente de su gran capacidad- Bueno, muchos han asistido varias veces y los otros actos son muy buenos...- en su ingenuidad seguía analizando la cuestión, no pensando en nada más (menos en la intención de las palabras de su amigo)

Dongwoo soltó una risa, fuera de burla, y le ofreció a Junghwan otro bocadillo.

-Piénsalo.- fue su consejo, sonriéndole. Junghwan, con las mejillas llenas, asintió a pesar de que nada comprendía aún.

A partir de lo charla con Dongwoo, Junghwan comenzó a prestarle atención al noble. Efectivamente, todas las noches contaba con su presencia entre su público, su vestimenta era fina y su cabello negro estaba siempre resguardado bajo su gorro. Este solía mantener una expresión serena y de vez en vez pequeñas sonrisas aparecían en sus labios acompañando el brillo de sus obres oscuros y joviales por el deleite de verlo y escucharlo.

Junghwan se sintió avergonzado las primeras veces, pero poco a poco fue acostumbrándose a la presencia ajena e incluso en algunas oportunidades sus miradas se cruzaban terminando en tímidas sonrisas. Era extraño para él, tan nuevo, pero no se sentía nada mal esa sensación.

Un día, Junghwan recibió un obsequio antes de su acto; flores preciosas de tonos naranjas y una cajita de aperitivos finos y exquisitos. Adicional, había una tarjeta con caligrafía bien cuidada que decía: déjame escucharte un poco más. Apreciando aquel presente anónimo, Junghwan dejó su corazón en escena, compartiendo más miradas y sonrisas más abiertas con aquel que ya no era un extraño para él.

Cuando le contó entusiasmado a Dongwoo lo que recibió, este no pareció sorprendido en lo absoluto.

-Las flores eran muy bonitas y su aroma bastante agradable, y los dulces estaban deliciosos...- contaba el más joven, deslumbrante- Me gustaría saber quién lo envió para agradecerle correctamente.- concluyó en un susurro lleno de ilusión.

El Enamorado de JunghwanWhere stories live. Discover now