Capítulo 4

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Al día siguiente, Vicenzo despertó a la misma hora. Se dio cuenta de que aún estaba a tiempo de desayunar algo que le llenara el estómago, así que se decidió a ir a la cocina y preparar un buen plato de huevos estrellados y tocino.

Durante la mañana, no pensó mucho en su encuentro con Heinrich, ni todo el ocultismo detrás de su embrollo. Él solo se centró en los pendientes del día.

Todo ese día fue sumamente tranquilo. Todo el día paseó por el pueblo; comprando cosas y admirando a la gente que pasaba a su alrededor. Todo parecía muy tranquilo, hasta que llegó la noche.

Vicenzo estaba sentado en su lugar de costumbre en el bar de Heinrich, llevaba la mitad de su vaso de escocés consumido. Heinrich, por su parte, estaba nervioso y tenía el radio a todo volumen. Varios tarros y bebidas se le tropezaron esa noche. Definitivamente no era la mejor noche del barman.

La gente del bar bebía a montones y despilfarraba el dinero en licores que no valían para nada la pena. En efecto, parecía como si hubieran adelantado los días festivos. Para el bar, era una de las mejores noches; pero se sentía un aire extraño que entraba desde la puerta y las ventanas.

Dieron las 11:30 y todo el lugar se oscureció. El radio quedó silenciado y no se oía ni una sola alma.

Vicenzo se levantó rápidamente de su lugar y observó a Heinrich, el cual estaba petrificado, al igual que las demás personas en el bar. Corrió hacia la salida y se dio cuenta de que todo el pueblo estaba en tinieblas. La gente de las calles estaba petrificada. El miedo invadía al mago como veneno, pero trataba de mantenerse valiente.

–Vicenzo. —La voz de Madame Demí sonó a sus espaldas, pero no veía a la bruja.

—Tú y tu amigo han hecho bien en hacer su tarea e investigar cómo detener el despertar. —La bruja soltó una risa burlona—. Pero lamento decirte que tu amigo falló en traducir los escritos del despertar. Solo para ayudarte, los demonios que te atacarán, no son pecados con cuerpo, sino tus peores miedos. Empezando por la oscuridad. —Madame Demí desapareció.

Una gota gruesa de sudor recorría la frente de Vicenzo. Recordó entonces que tenía pánico de la oscuridad completa. Por alguna razón, la oscuridad siempre lo aterró. Desde muy pequeño siempre se mantenía al lado de la hoguera de su casa y evitaba dormir solo. Con el tiempo, aprendió a dormir solo, pero a veces su miedo le daba noches de insomnio que parecían eternas. Esa era una de las razones por las cuales visitaba el bar de Heinrich tan a menudo.

Estupefacto, comenzó a mirar a todas partes, hasta que pudo divisar una figura deforme en el horizonte. Parecía la figura de un hombre encorvado que se acercaba lentamente. Una risa macabra salía de aquella figura.

Vicenzo hizo aparecer fuego en sus manos, en caso de que la figura atacara.

—Yo soy Draken, demonio de la oscuridad. Yo soy quien te atormenta cuando duermes y quien asesina tus sueños, hijo de Scarlett.

"¿Draken?" Vicenzo pensó. No le venía a la mente ningún recuerdo reciente, pero recordó una vieja historia de hechiceros que hablaba de Draken, "el brujo encorvado viene por ti". Parecía un cuento de niños, pero grande fue la sorpresa de Vicenzo al darse cuenta de que era el mismo brujo que estaba por atacarle.

Draken se desvaneció y empezó a aparecer en diferentes posiciones. Vicenzo comenzó a lanzar bolas de fuego a todas direcciones, pero no lograba asestarle un solo golpe al endemoniado brujo. Ciertamente, había perdido práctica y al cabo de unos minutos, empezó a cansarse, por lo que sus bolas de fuego perdieron intensidad.

De repente, Draken se materializó detrás de Vicenzo. Le sacó un susto que hizo que se cayera de golpe al asfalto.

—Eres una decepción, Vicenzo. —Ahora Draken se transformaba de una silueta encorvada a un monstruo horrendo con una voz tan grave que era difícil distinguir lo que decía. —Has fallado a tu especie y por eso debes perecer ante tu miedo más grande ¡Muere!

Draken levantó sus garras y justo cuando las iba a dejar a caer sobre el pobre mago, una luz resplandeciente partió la cabeza del monstruo en dos. El cuerpo del monstruo cayó de lado.

Vicenzo estaba sudando frío y estaba completamente en shock.

De las tinieblas, surgió una mujer alta, de cabello negro, con unos alucinantes ojos verdes. Vestía un atuendo rojo que se ajustaba a su figura.

—Vicenzo, debes tener más cuidado bombón

Vicenzo reconoció a la mujer inmediatamente.

—¿Gin? ¿Cómo demonios...?

—No puedo explicarte ahora Vince, pero con el tiempo comprenderás. Necesitas practicar tu puntería y tus hechizos elementales ¿Sabes?

—Gin, necesito que...—La mujer tapó la boca de Vicenzo usando su dedo índice.

–¡Sh! Como dije, comprenderás después. —La mujer sonrió.

Antes de que Vicenzo pudiera articular una palabra, las tinieblas desaparecieron y el pueblo volvió a la normalidad. El mago estaba sentado en medio de la calle, no sabía que pensamiento seguir. En cuanto se recuperó, fue corriendo lo más rápido posible al bar, pero para su sorpresa, Heinrich ya no estaba. Al parecer el tiempo si había transcurrido, pero todos excepto él lo habían notado.

Vicenzo se convirtió en cuervo y de nueva cuenta, voló lo más rápido posible hacia la casa de Heinrich.

El mago oscuro: Relato de una vida difícilWhere stories live. Discover now