«Demasiado pronto». Eso había dicho ella, pero él no veía por qué. Veía, en cambio, que iba a ser muy difícil que pudieran reanudar su relación, si ella seguía esquivándolo.

Christopher abrió el frigorífico y sacó uno de los jugosos huesos, llenos de carne, que el carnicero le había dado esa mañana.

-Esto es lo que más te gusta, Spike: un hueso de codillo.

Y Spike se apresuró a tomarlo entre sus mandíbulas, gruñendo de alegría y agradecimiento, y meneando la cola enfervorizado, mientras se retiraba a su rincón de la cocina. Una vez allí, se dejó caer con cuidado con la protección de las paredes por dos flancos, y de un mueble por un tercero, mientras vigilaba atentamente el frente. Spike siempre se comportaba así cuando tenía un hueso. Su instinto le dictaba que desconfiara de cualquier movimiento próximo a él. Hasta el propio Christopher tenía que andarse con cuidado, si se le acercaba demasiado.

Acercarse demasiado. El pensamiento de Christopher se quedó prendido de esas palabras. ¿Era esa la causa de la actitud de _______ ¿Su rechazo obedecía a que no deseaba que él se acercara demasiado? ¿Se estaba protegiendo ella, y protegiendo a la criatura, por si la actitud de él no había cambiado tanto, después de todo? Seguía teniendo muy presente aquella discusión de hacía ocho meses, y no era de extrañar, puesto que había tenido esos mismos ocho meses para darle vueltas en la cabeza.

Esta posible explicación llenaba la cabeza de Christopher, mientras se servía queso y fiambres, se cortaba un trozo de pan, e iba a instalarse a la mesa de la cocina. Sí, eso debía de ser, la presencia de la cría era lo que no le permitía a _______ ver la situación de la misma manera que él.

La cría era un resultado de la relación entre ambos, y por supuesto que él la aceptaba plenamente. ¿Qué clase de hombre sería si no? Y también la habría aceptado hacía ocho meses, si lo hubiera sabido. En eso, _______ se había equivocado de medio a medio.

A lo mejor lo que pasaba era que no quería compartir al bebé con él. Como Spike con sus huesos. Volvió a estudiar la actitud de ________, a la luz del comportamiento de Spike. Cautela, vigilancia, deseo de estar en un espacio conocido, desconfianza frente a cualquier intervención, incluso de él. Posesividad, agresividad. Sí, sí, estaba empezando a entender.

Claro que había diferencias. Christopher tenía la certeza de que conservaba su capacidad de excitar a ________...

Bueno, quizá fuera precisamente eso lo que a ella le daba miedo, saber que él podía infiltrarse en sus defensas, a pesar de que estaba resuelta a defender a la cría con su vida. ¿Pero defenderla de qué? ¿Qué creería que le podía hacer él a la niña? ¿Arrebatársela? ¿Experimentar celos por el cariño que le diera a la criatura? Pero eso era ridículo.

-¿Tú puedes responder por mí, a que sí, Spike?

El perro irguió la cabeza y lo miró a la cara, atento, en alerta.

-¿Te he hecho yo daño alguna vez?

Spike bufó ante semejante ocurrencia.

-Claro que no. Y tú me defenderías con tu vida, ¿verdad?

Un ladrido de asentimiento.

-Muy bien. Tú y yo sabemos que soy una bellísima persona. Y _______ debería saberlo también. Pero, claro, si sigue dándole vueltas a las cosas que dije aquella noche, hace ocho meses... Va a ser eso, Spike.

El perro gruñó.

-Tienes toda la razón. Tiene motivos de sobra para darse cuenta de que no soy tan horrible. Bueno, muchas gracias por tu ayuda, Spike. Qué buenas ideas me das.

Papá por sorpresa// Christopher Vélez y TN//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora