Capítulo 27: ¡Perderé el juicio a este paso!

33.1K 3.6K 1.2K
                                    

Lo miré de soslayo una vez más mientras caminaba a su lado. Zenón había dicho que guardianes del tiempo podían durar una eternidad a un paso de la muerte, o consumir todo su tiempo con un sencillo acto. Ahora comprendía, todo dependía de la infracción que cometían. Robin no había estado en cero cuando lo había vuelto a ver, pero saber que había tenido que pagar por haberme dicho dónde moriría... Maldito idiota. Y aún así no había nada que yo pudiera hacer al respecto, no era más que su decisión.

—¿No hay modo de revertirlo? —pregunté.

—Todos tenemos el tiempo contado —respondió Robin.

—No vuelvas a gastar un solo segundo de ese reloj en mí, nunca más.

—¿Crees que eso importa? Todo depende del nivel de la infracción.

—Entonces no rompas las reglas.

—No es como si pudieras opinar, es mi decisión en qué gastar mi tiempo de vida.

—Por eso no se los puede matar, solo el tiempo puede terminar con sus servidores —dije y Robin sonrió forzadamente.

—Conveniente. ¿Verdad? Solo yo puedo ponerle fin a mi vida con mis descuidadas acciones. Hay un motivo por el cual la disciplina es lo primero que nos enseñan, nada de romper reglas si quieres una vida larga y feliz.

—¿Duele, —pregunté—, cada vez que sucede?

—El tiempo es una maldita diva. Que te arranquen directamente tiempo de vida no se siente para nada lindo.

—Sabes, es un maldito problema si solo un guardián del tiempo puede poner fin a su propia vida y yo tengo a uno encima que quiere matarme —dije y él rió echando su cabeza hacia atrás—. ¡Es un asunto serio!

Robin tan solo rió más, tanto como para que me detuviera y me cuestionara seriamente si finalmente había perdido del todo su cabeza. Por un momento llegué a temer que se echaría al suelo al no poder más de la risa. Si él me dejaba caer... Maldita sea, no era extraño que hubiera salido de este modo y si por su culpa me golpeaba la cabeza de niña lo mataría. Miré al bebé en sus brazos sin terminar de creerlo. Genial, como si la situación no fuera lo suficientemente retorcida sin tener que agregarle esto.

—¿Puedes no reírte como un maníaco? Porque esa situación de ninception ya es bastante para mí como para que además me dejes un trauma de por vida con solo días de existencia.

—Tranquila, estás en buenas manos —dijo él y rió de nuevo.

—¡No es gracioso! ¿De qué demonios te ríes?

—Sabes, si hablas de ese modo en presencia de tu yo recién nacido no me sorprende que hayas desarrollado una facilidad por maldecir constantemente —dijo Robin riendo y creí que lo ahorcaría con mis propias manos.

—¡Es todo tu maldita culpa!

—¡Sí! ¡Lo es! Oh, estarás insoportable cuando lo sepas —dijo él partiéndose de la risa—. Si no fuera imposible temería por mi vida.

—¡Robin!

Definitivamente había perdido la cabeza, no en un momento conveniente por cierto. ¿Qué se suponía que hacías con un brujo que había perdido el juicio? No sabía si golpearlo o sacudirlo con desesperación esperando que de ese modo reaccionara. Golpear siempre parecía una buena idea, pero no podía hacerle eso a Robin. ¡El maldito idiota estaba cargando mi mini-mí en sus brazos y me dejaría caer si lo hacía! Si no supiera que el príncipe había llevado al sucesor en la dirección opuesta, demasiado lejos como para escuchar algo de esto, me preocuparía por ser encontrados por el modo en que estaba riendo.

Ni lo pienses (Trilogía Nina Loksonn #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora