Uno.

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No queria estar allí.

A pesar del aire acondicionado, Louis sentia que una gota de sudor recorrer desde su cuello hasta su pecho. Pero ese era el efecto que ejercía sobre él. El efecto que ejercía sobre mujeres y hombres algunos lo llamaban encanto, otros manipulacíon. Fuese lo que fuese, era muy potente.

– ¿Louis?

El rico acento italiano de Harry Styles se coló en sus pensamientos como seda líquida y Louis intentó recomponerse mientras se apartaba del ventanal y de la espectacular panorámica del centro de Roma para mirar al hombre sentado frente a su escritorio. El hombre al que llamaban II Tigre porque era fiero y poderoso y porque cazaba solo.

Aquel día sus legendarias garras estaban escondidas. Harry parecía un tigre urbano con su traje de chaqueta gris oscuro que destacaba la impresionante anchura de sus hombros. La camisa era azul cielo y la corbata dorada, como si alguien la hubiera esculpido con ese metal y atado luego a su cuello, donde casi parecía aburrida comparada con el rico color aceitunado de su piel.

Daba igual cuántas veces su trabajo lo pusiera en contacto con él, eso nunca parecía destruir la emoción que lo embargara cada vez que lo veía. Pero era una atracción peligrosa y Louis había aprendido a contenerla y presentar el rostro imparcial que exigía su trabajo. Y, haciendo exactamente eso, sonrió.

 – ¿Si, Harry? 

–Estabas perdido en tus pensamientos. –Observo él, en voz baja.

– Estaba...admirando el paisaje.

Harry también había estado admirando el paisaje... porque la espalda de Louis Tomlinson era más invitadora que su rígida expresión. Cuando se inclinó hacia adelante para mirar por la ventana, la curva de su trasero se marcó bajo el aburrido pantalón, ofreciéndole una panorámica del cuerpo que había debajo.

Por una vez tenía un aspecto relajado, suave... Una imagen que desapareció cuando se dio la vuelta. Pero él no lo contrataba por sus cualidades decorativas, ¿no?

– Es una vista maravillosa, ¿verdad? La mejor del mundo – Harry estaba mirando la elaborada construcción de mármol que se levantaba tras él, con sus estatuas y sus columnas blancas. –¿Te gusta el monumento de Vittorio Emanuele? El monumento que los romanos odian y al que llaman 'La tarta nupcial'.

Sus labios, tan sensuales, acariciaban las palabras como si estuviera mordiendo un trozo de esa tarta ¿O estaría él particularmente sensible al tema del matrimonio luego de haber acudido a la boda de tres amigas? Algo que lo dejó prácticamente conmocionado, como si hubiera perdido un autobús que no sabía que estaba esperando. Lo miró directamente a los ojos, preguntándose cómo podían ser a la vez duros y suaves, y luego se regaño a sí mismo.

Deja de hacer eso, se dijo con algo parecido a la desesperación deja de fantasear con èl.

Claro que tenía los ojos preciosos. Y la cara y el cuerpo. Y esa rara e interesante sonrisa... Todo en él, incluso la arrogancia que llevaba como una capa, resultaba increíblemente atractivo.
 
Pero Harry Styles es un Donjúan millonario que no está a tu alcance, así que déjate de tonterías, Louis.

– Pensé que la mayoría de los romanos lo comparaban con una dentadura postiza.

Harry río, señalando la silla que había frente a él. Admiraba su competencia profesional y, aunque le costaba admitirlo, también su ironía británica.

No había esperado contratar a un hombre para el prestigioso puesto de cazatalentos en el brazo hotelero de su vasta organización, pero él era el mejor. Sin embargo, Louis Tomlinson era la antítesis de todo lo que le gustaba en un hombre.

Unidos por siempre. | Larry AU.Where stories live. Discover now