Ah, y este chico sale con una supermodelo, también. Lo había olvidado.

—Tú eres más linda que cualquiera —la halago y ella me sonríe.

Aprovecha para contarme sobre la competencia de danza a la que se presentará al año siguiente. Está muy emocionada, por más de que aún le quedan muchas prácticas para poder sentirse a la altura. Stacy es genial en eso que le gusta.

—¿Creen que nosotros podamos llegar a ser tan conocidos como ellos, alguna vez? —nos pregunta Vane al cabo de unos minutos. Evidentemente se quedó pensando en el tema de la banda de rock.

—Yo creo que sí —admite mi hermana—. Después de todo, tienen mucho talento.

Miramos a los chicos sentados frente a nosotras. Siguen hablando trivialidades, tomando cerveza y haciéndose bromas pesadas. La chica que acompañaba a Francis ya se ha ido.

Me fijo ahora en Tadeo. Mi amigo se ha adaptado tan bien a mi grupo, gracias a la ayuda de Lucas. Y tanto Bruno como Francis lo tratan como si fuera uno más. Siento tanta ternura que me provoca abrazarlo, por lo que me pongo de pie y me muevo hasta donde está. Me siento a su lado y, sin decirle nada, rodeo su torso entre mis brazos y me recuesto por su pecho.

—Te quiero, mi lindo malvavisco —le susurro. Él se sorprende y se echa a reír.

—Yo también, Brenda. Pero creo que estás borracha —bromea—. Lucas, tu novia se ha pasado de tragos.

—Creo que ya es el quinto que le trae Patricio —comenta Lucas—. Desde que trabaja con mi padre, descarga su estrés en alcohol. Y no la culpo, yo hubiera hecho lo mismo.

Todos ríen a mi costa, así que me incorporo para mostrarles que no es verdad.

—Este daiquiri que estoy tomando es recién el segundo —aclaro, formando la perfecta figura de un cuatro con mis piernas—. Además, no es solamente mi suegro el que me estresa en el trabajo. Sino Samantha, porque tengo que verla todos los días.

—¡Ay! ¡Samantha! —exclama el pelirrojo, fingiendo una mirada soñadora, mientras levanta su vaso al aire—. No me hagas acordar de ella. ¡La sueño todas las noches!

Las chicas, Tadeo y yo nos echamos a reír. Lucas le pone mala cara y Bruno simula arcadas.

Es que Francis dice haberse enamorado perdidamente de ella el día en que la conoció, cuando Musageta tocó en la fiesta de colación.

—Brenda, por favor —me pide, rogándome con la mirada—. ¡Dame su número! Lucas y Bruno siguen negándomelo.

—¿Qué te hace pensar que lo tengo? —respondo entre risas.

—No jodas —lo regaña Bruno—. Ya es suficiente con tener que soportar a Brenda como novia de Lucas. Si llegaras a salir con Samantha, sólo faltaría que Vanesa se enamore de Malcom. ¡Y juro que dejaré la maldita banda!

En esta ocasión tengo que estar de acuerdo con Bruno. No me gustaría tener que ver aquí a Samantha cada fin de semana. Aunque tengo que admitir que durante el tiempo que llevo trabajando oficialmente en el estudio jurídico, no he vuelto a tener ningún altercado con ella. Desde que sabe que soy novia de Lucas, se ha dedicado a ignorarme. No sé si se siente derrotada, o se debe a que no quiere perder su amistad con él. Lo cierto que es las dos evitamos hablarnos, si no es estrictamente necesario. No somos amigas, como Lucas había esperado, pero estamos aprendiendo a convivir de esa manera.

Y esa es la máxima cercanía a la cual llegaremos. Al menos, eso es lo que creo hasta el lunes, cuando mis planes cambian.

Lucas me pasa a buscar para ir a la universidad. Estoy emocionada por saber cómo será mi curso. Con algo de suerte, me tratarán mejor de lo que me han tratado el año pasado.

Por culpa de un instante (Completa✔ y en físico 📚)Where stories live. Discover now