Love, Hate, Love.

Capítulo 1

Washington, Seattle

Principios de los '90

Layne

¿Cuál es el punto de la vida, si no tienes nada que realmente importe?

Eso no era completamente cierto. Tenía mi música pero no tenía nadie con quien compartir mis logros. No me malinterpretes, tengo algunos amigos; en los cuales me cuesta confiar ciegamente excepto, Jerry. Tengo una madre y hermanos a los que amo, pero ellos no me conocen en absoluto. A veces, es un poco extraño que tu madre pregunte qué hay detrás de nuestras canciones, cuál es la inspiración detrás de todo esto. En el momento en que comencé a tener uso de razón, me encargué de encerrarme en mí mismo, no quería sentirme vulnerable, que las personas supieran como me sentía. Y mucho menos, mi madre. La amaba, pero sabía, muy en el fondo, que aún me ocultaba cosas sobre mí mismo, sobre mi padre. Ese es el porqué le oculté gran parte de mí, de lo que era.

Prefería mantenerla en la ignorancia, donde a sus ojos, yo aún seguía siendo el pequeño Layne, un poco problemático, pero bondadoso y dulce en el fondo.

En algún lugar, en la profundidad de mi ser, aún seguía siendo ese niño que ansiaba la aprobación de sus padres.

Según mi madre, mi padre había muerto. Al principio le creí, ya sabes, cuando eres pequeño, crees todo lo que te dice tu mamá. No sabes lo que son las mentiras y confías plenamente en las palabras de ella. Pero yo sabía que no era así. Él nos abandonó, no estaba seguro por qué, pero lo hizo. Solo a una persona le confesé esa certeza.

No pienses en ella, imbécil.

Forcé a mi mente a volver a la actualidad, de nada servía vivir del pasado, añorarlo. Las cosas pasan por una razón, sabía eso.

"Facelift", el primer disco de nuestra banda, salió a la venta hacía un tiempo. Y si bien no era un éxito total, estaba bien. Tocabámos en algunos teatros aquí y allá, bares y algunos clubes.

Finalmente, todo caía en su lugar. Mi deseo de convertirme en cantante se había cumplido, teníamos una increíble amistad con mis compañeros de banda, la química era perfecta.

¿Qué podía salir mal?

Todo y nada.

En el mundo de la música, todo podía salir bien o terminar todo en tragedia, no era extraño, lo habíamos visto durante mucho tiempo. Nosotros éramos novatos aún, por lo que las cosas, tendían a salirse de control.

Como ahora, pensé.

Miré la mesita que se hallaba frente al sofá donde estaba sentado. La fulminé con la mirada, casi sintiendo como si ese maldito polvo blanco me estuviera mirando, llamándome. Podía oírlo.

Solo una, me prometí a mismo.

Una línea y todo estaría bien de nuevo, finalmente podré concentrarme en escribir.

La necesidad aumentaba cada vez un poco más, era difícil contenerse, todo empeoraba cuando el caos en mi interior se desataba. Como ahora.

Mi jodida mente iba a estallar.

Inhalé y cerré los ojos, dejándome caer hacia atrás.

Nunca me cansaría de esta maldita sensación; el ardor en mis fosas nasales y garganta, la sangre corriendo despavorida por mi torrente sanguíneo...

Maldita sea, era el puto cielo.

Mis emociones se apagaron, mientras mi mente iba a la deriva.

En este momento, en esta habitación de hotel, no existía nada más que la sensación de paz que me embargaba. No había dolor, ira, hambre.