Con pereza alargué la mano y busqué mi teléfono en la mesilla, tocando primero el libro que comenzaba a creer que terminaría dejándolo sin leer y cogí el móvil, comprobando que faltaban quince minutos para las seis de la mañana.

            —¿Qué has dicho?

            La voz de Sarah venía ahora de su habitación, teniendo la delicadeza de bajar un poco la música. Estaba convencida de que una de esas noches aparecería la policía, avisada por alguno de los vecinos hartos de la dichosa musiquilla a esas horas, pero no estaba tan segura de ser yo la que me ofrecería a lidiar con eso.

            Suspiré y me levanté sin muchas ganas, poniendo los pies en el suelo. Antes de buscar algo de ropa para ir a ducharme, eché un último vistazo al reloj y me encaminé fuera de la habitación, agradeciendo que mi hermana siguiera dentro de su cuarto y me ahorrase verle la cara aquella mañana.

            —Hoy será diferente —murmuré abriendo el grifo mientras me quitaba el pijama con un pie.

            Estaba decidida a volver a Aize antes de ir a trabajar. El día anterior no había conseguido relajarme y había terminado llamando a Joh para decirle que me encontraba mal y que no podía ir, algo que el siempre comprensivo encargado había creído y me había recomendado que me tomara algo y descansara para que me recuperase pronto. Me había sentido tan culpable que al final no había podido dormir nada. O, al menos, había ayudado a que me pasara toda la noche en vela, aunque no había sido lo único que me había estado rondando por la cabeza.

            Me duché a toda prisa y picoteé un poco de unas magdalenas mientras hacía un poco de tiempo, escuchando la discusión de mi hermana sin preguntarme si era la misma de antes de ducharme o lo había vuelto a llamar, y decidí escabullirme de casa cuando Sarah salió de su habitación con un portazo y se encerró en el baño con otro. No tenía muchas ganas de soportarla ni de ser quien encontrara su cuerpo en la bañera si por casualidad había decidido que aquel chico era el hombre de su vida y optaba por el suicidio.

            Pero todo mi buen humor terminó en el momento que llegué a la concurrida calle del día anterior, sintiendo como mi felicidad se desinflaba de golpe. No había rastro de la puerta metálica con el garabato en rotulador con las letras Aize bajo el extraño símbolo.

            Con un brote de ansiedad recorrí de arriba abajo la calle, rozando con la yema de los dedos la pared, los cristales de los escaparates, las puertas de entrada de los pisos... pero el lugar donde yo había estado el día anterior no estaba. Incluso crucé de calle e hice lo mismo, desesperada, tal vez intentando creer que me había equivocado de acera.

            —No es verdad —musité, rehaciendo el mismo camino del día anterior, recordando por donde había llegado, las pisadas que había dado y me detuve frente a una pared que encajaba perfectamente con el tamaño, con las proporciones que recordaba de la puerta y apoyé las manos encima de los diversos graffitis que adornaban la pared en azules, rojos y negros—. No es verdad.

            Me eché hacia atrás, alarmada. No podía ser, era imposible. Daba igual que intentara analizarlo de una manera más racional. Ahí hacía tiempo que esa batalla la había perdido. Si el lugar llamado Aize no estaba, yo no tendría manera de localizarlo por mí misma. Y dudaba que fuera a encontrarlo, si realmente se encontraba aún en ese mundo, si realmente existía, en una de los buscadores de internet. Podía imaginarme escribiendo en el buscador "Aize, bar de seres fantásticos" o "Aize, local de encuentro de bichos raros" Bueno, siempre podía hacer la prueba, ya que de alguna manera parecía que mi existencia volvía a la amarga realidad de la normalidad.

            Una normalidad en la que no se encontraba Belial.

            —Así que eras tú.

            Toda la sangre de mi cuerpo dejó de fluir o, mejor dicho, sentí como se congelaba. Reconocía esa voz. Mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza que creí que colapsaría en cualquier momento y más si no tenía el flujo sanguíneo necesario para tan siquiera seguir latiendo como para que lo hiciera a esa velocidad. Me giré bruscamente, tal vez con miedo a comprobar que tan sólo hubiera sido producto de mi imaginación.

            No lo era.

            Pese a que la gente seguía circulando por la acera, ahora la mayoría de las cabezas se giraban impactadas ante la figura del hombre que había inmóvil en la calle, mirándome únicamente a mí, pero ninguna de esas personas se acercó a él, manteniendo una distancia, tal vez sobrecogidos por el aura de peligro que emanaba de su cuerpo, de su fría mirada de hielo y crearon lo que se me antojó una situación de película a cámara lenta donde las personas quedaban relegadas a un segundo plano, distorsionadas por algún efecto óptico y sólo estábamos él y yo de protagonistas, sin que nadie se interpusiera entre los pocos metros que nos separaban, sin que nadie llegara a rozarnos.

            Esta vez sí era un demonio.

            —Vassago —susurré con una voz muy débil pero cargada de emoción.

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Ya lo dije en facebook pero por si alguien no lo ha leido, desde ahora, actualizaré Desire los días 6 y 20 de cada mes, excepto si esos días caen en lunes o jueves que entonces lo subiré al día siguiente ^^

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Desire (Silence 2)Место, где живут истории. Откройте их для себя