Si Christopher se presentaba ese día... bueno, echó un vistazo a las rosas, y rectificó: cuando Christopher llegara, había que aclarar un par de cosas con él. Y más valía que se presentaras porque esa tarde Mariana iría a recogerlas para llevarlas a casa.

Charlotte eructó y empezó a darle con la naricilla en el hombro, buscando más leche. Su madre se la acercó al otro pecho, y volvió a recostarse, contenta, dejando que la pequeña se hartara.

Si Christopher Vélez creía que podía aparecer de repente y hacerse con los mandos de las vidas de ambas, por las buenas, estaba muy equivocado.

Dos horas más tarde aparecía Christopher Vélez por la habitación, irradiando energía y positividad, y con más regalos. A ______ se le aceleró el pulso al verlo. Siempre la había excitado. Muy a su pesar, descubrió que habría preferido que la encontrara maquillada y con un camisón más atractivo que con la cómoda prenda de algodón que llevaba puesta, y que no tenía más cualidad que el abrirse fácilmente para dar de mamar. Una preferencia estúpida, en tales circunstancias.

-Le he ganado al carrito de los almuerzos -anunció Christopher , con una sonrisa triunfal, mientras depositaba los paquetes que llevaba en la bandeja y empezaba a desenvolverlos. -Te traigo un batido de chocolate de McDonald's, ese pastel de carne que tanto te gusta, el de pollo con bacón, que lleva pistachos, una ensalada César, y fresas con nata de postre.

______ se lo quedó mirando un buen rato, asombrada, no solo de que él se acordara perfectamente de las cosas que más le gustaban sino de que hubiera recorrido varias pastelerías y supermercados para hacerse con todas.

-En el hospital nos dan de comer -le dijo, tratando de resistirse a todos esos caprichos.

-Pero lo que te conviene es cosas que te tienten, y no la comida de hospital -insistió él-. Y ninguna de estas cosas le puede hacer daño al bebé. Lo he preguntado. Así que puedes comer tranquila.

Y lo dijo con tanta autoridad y tan buen humor, con un brillo tal de gusto por la vida en sus ojos miel, que ______ comprendió que, por muy injusto que fuera, él conservaba íntegro su poder sobre ella. Era imprescindible mantener la cabeza fría y el corazón bajo vigilancia.

-¿Que has preguntado si estas cosas podrían hacerle daño? -preguntó, incrédula.

-Para que no tengas excusa para no comer, ______. Estás demasiado delgada, tienes cara de agotada, y no creo que sea nada bueno que estés así. Necesitas estar bien para cuidar de un recién nacido.

Esas palabrotas la soltó en el tono de una autoridad en la materia, y a ______ le sonó un poquito hipócrita, en boca de alguien que había declarado su odio hacia los recién nacidos.

-¿Y desde cuándo te has convertido en un experto? -le preguntó, llena de recelo.

-Anoche hice unas cuantas llamadas de teléfono, y recibí un buen puñado de consejos -contestó, sonriendo de nuevo-. No son precisamente amigos lo que me falta, en situación de aconsejarme, y encantados, además, de hacerlo.

Su sonrisa le pareció a ______ un valeroso esfuerzo ante una situación que él debía de considerar una catástrofe, pero, desde luego, había que reconocerle que en las dieciséis horas transcurridas desde la víspera no se había amilanado, y, de hecho, había empezado a actuar. Eso no duraría mucho, se dijo también, pero, de todos modos, no podía borrar del todo de su mente el alegato de Mariana. En resumidas cuentas, bien podía aprovecharlo mientras durara. Y el pastel estaba, desde luego, delicioso.

-Muchas gracias, Christopher -le dijo muy sinceramente-. Has sido muy amable y considerado.

-De nada, pero sigue comiendo -la apremió él.

Papá por sorpresa// Christopher Vélez y TN//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora