Antes de sonreír y disculparse, Christopher vaticinó un nuevo régimen a la vista, que afectaría a algo más que a la leche de Hellen.

-Lo lamento, Hellen. Soy un hombre ignorante.

-No importa, cariño -dijo Richard, besando en la frente a su esposa-. Lo guardaremos hasta que este pequeño se pase al biberón.

-No sé cuándo será eso -murmuró ella-. Mira cómo tengo los pechos: rebosantes de leche. Incluso han empezado a gotear.

Efectivamente, Christopher observó que los senos de Hellen llenaban el camisón todo cuanto este daba de sí. Y, de pronto, recordó como un fogonazo a ______ en el ascensor, protegiéndose el cuerpo con los brazos cruzados, haciendo que sus pechos se alzaran, sin duda alguna con más volumen del que él recordaba.

Llevaba un vestido holgado, totalmente abotonada por delante, que en un primer momento había ocultado sus formas. Además, en aquel momento, su atención había estado centrada en el rostro de ella, pero cuando ______ se metió en el ascensor, arrinconándose en su interior, abrazada a sí misma en un gesto claramente defensivo, sus pechos sobresalieron con claridad.

El corazón de Christopher se encogió al recordarlo, pero luego se sacudió la idea recién concebida. La asociación entre los pechos de Hellen, rebosantes de leche, y los de ______ le pareció una idea neurótica, de la que más valía prescindir cuanto antes.

_____ no había podido tener un bebé: solo hacía ocho meses que se habían separado.

Precisamente tras una discusión sobre bebés.

Por la mente de Christopher daban vueltas a una velocidad vertiginosa una serie de pequeños detalles: un hospital de maternidad, un vestido que no era tal, sino una bata amplia, ______ con aspecto de cansada, descuidada; y luego estaba la impresión que sufrió al verlo, su incredulidad y su temor al encontrase allí con él... y finalmente su enojo...

Christopher notó que la sangre abandonaba su rostro, mientras que se estrujaba las manos, hacía rechinar los dientes y en secreto ordenaba al corazón que volviera a poner en funcionamiento su circulación sanguínea. Tenía que pensar con claridad y de manera racional, en vez de saltar a conclusiones apresuradas. Si ______ se hubiera quedado embarazada, qué duda había de que se lo habría dicho a él. Lo más probable era que se lo hubiera soltado en mitad de aquella discusión. No era posible que creyera que él le iba a volver la espalda en un caso así.

O tal vez sí lo hubiera pensado y hubiese preferido hacerse cargo ella de la situación, sin verse obligada a pasar por el trago de lo que él pudiera hacer o decir, dada su actitud frente a los niños.

Una náusea se apoderó del estómago de Christopher , y sintió la boca llenársele de bilis. Si ella había afrontado aquello sola porque no confiaba en que él respondiera positivamente...

-¿Estás bien, Christopher?

La pregunta de Richard vino a interrumpir los pensamientos de Christopher. Sus amigos lo miraban extrañados. ¿Se habría perdido alguna cosa? Aparte de los nueve meses de un embarazo, claro.

-Perdonen -murmuró con un suspiro, antes de tragar saliva-. Estaba pensando en la bonita escena que forman los tres juntos.

Hellen sonrió:

-Ya va siendo hora de que te busques una esposa y fundes una familia, Christopher .

Únete al club. Todos se lo decían. Cuando se veían atrapados en la trampa de la familia, empezaban a considerar ofensivo a todo el que, con su libertad, les pudiese recordar aquello a lo que habían renunciado. Y lo peor era que él tal vez tuviera un hijo en esa misma planta, un niño cuya madre había decidido que era mejor para él no tener padre que contar con él.

Papá por sorpresa// Christopher Vélez y TN//Where stories live. Discover now