**El Castigo de Umbridge**

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El profesor Flitwick y la profesora McGonagall dedicaron el primer cuarto de hora de sus clases a sermonearnos a los alumnos sobre la importancia de los TIMOS.

-Lo que debéis recordar es que estos exámenes pueden influir en vuestras vidas en los años venideros.- dijo el profesor Flitwick con su voz de pito.

Estaba de pie encima de un gran montón de libros apilados.

-Si todavía no os habéis planteado seriamente qué carrera queréis hacer, éste es el momento. Mientras tanto ¡me temo que tendremos que trabajar más que nunca para asegurarnos de que todos vosotros rendís a la altura de vuestra capacidad en el examen!- luego estuvimos más de una hora repasando encantamientos convocadores que, según el profesor Flitwick, era probable que aparecieran en el TIMO.

Remató la clase poniéndonos como deberes un montón de encantamientos.

Lo mismo ocurrió, o peor, en la clase de Transformaciones.

-Pensad que no aprobaréis los TIMOS sin unas buenas dosis de aplicación, práctica y estudio. No veo ningún motivo por el que algún alumno de esta clase no apruebe el TIMO de Transformaciones, siempre que os apliquéis en vuestros estudios. Sí, tú también, Longbottom. No tengo queja de tu trabajo, lo único que tienes que corregir es esa falta de confianza en ti mismo. Por lo tanto... hoy vamos a empezar con los hechizos desvanecedores. Aunque son más fáciles que los hechizos comparecedores, que no suelen abordarse hasta el año de los ÉXTASIS, se consideran uno de los aspectos más difíciles de la magia, cuyo dominio tendréis que demostrar en vuestros TIMOS.- nos dijo McGonagall con seriedad.

La profesora McGonagall tenía razón, pues encontré de lo más difíciles los hechizos desvanecedores.

Tras una clase de dos horas, ni Harry ni Ron habían conseguido hacer desaparecer los caracoles con los que estaban practicando, aunque Ron, optimista, comentó que el suyo parecía haber palidecido un poco.

El mío desapareció en el último intento que hice.

Hermione, por su parte, consiguió hacer desaparecer su caracol al tercer intento y la profesora McGonagall le dio diez puntos extra a Gryffindor.

La profesora McGonagall no puso deberes a los que habíamos logrado desvanecer el caracol, a los demás les ordenó que practicaran el hechizo para el día siguiente, ya que por la tarde tendrían que volver a probarlo con sus caracoles.

Harry, yo y Ron, presos del pánico por la cantidad de trabajo que empezaba a acumulársenos, nos pasamos la hora de la comida en la biblioteca documentándonos cada uno sobre una materia diferente para luego ponerlas todas en común.

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El día se había puesto frío y ventoso y mientras descendíamos por el empinado jardín hacia la cabaña de Hagrid, situada al borde del Bosque Prohibido, noté que algunas gotas de lluvia me caían en la cara.

La profesora Grubbly-Plank esperaba de pie a los alumnos a unos diez metros de la puerta de la cabaña de Hagrid, detrás de una larga mesa de caballete cubierta de ramitas.

Cuando Harry y yo llegamos a donde estaba la profesora, oímos una fuerte risotada a nuestras espaldas.

Nos dimos la vuelta y vimos a Draco Malfoy que iba con aire resuelto hacia nosotros, rodeado como siempre de su cuadrilla de amigotes de Slytherin.

Por lo visto acababa de decir algo divertidísimo porque Crabbe, Goyle, Pansy Parkinson y los demás seguían riéndose con ganas cuando rodearon la mesa de caballete.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //5//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora