Y en tercer lugar había descubierto que el sentimiento de cargo de consciencia frente a su madre había disminuido; lo notó luego de la tarde del sábado y de la comida que compartieron el lunes por la tarde.

Esa hora y media en compañía de su mamá fueron realmente sanadoras para él. No podía encontrar otro adjetivo. Si pudiera compararlo sería como aquella sensación de sed que cierra tu garganta impidiéndote hablar pero que luego llega un buen trago de agua que al primer contacto con tus labios pareciera refrescar todo tu cuerpo. Eso fue lo que sintió cuando ella salió de su consultorio regalándole un pequeño gesto de sorpresa que rápidamente se convirtió en sonrisa, una sonrisa que pareció refrescarle hasta el alma.

Si lo veía desde un punto externo parecían acciones simples pero para Benjamin representaban pasos gigantes que le hacían sonreír tímidamente y se llenaba de un autorgullo. ¿Era ese un mal sentimiento? ¡Ben estaba haciendo un buen trabajo! Y el mismo se felicitaba por ello así que no había nada de malo, ¿verdad? Sentir felicidad por uno mismo estaba bien.

Y fue su terapeuta quien con un fuerte apretón de manos le confirmó que efectivamente había avances y que estaba orgullosa de él... Joder, Benjamin reafirmaba lo bien que se sentía escuchar esas palabras de alguien más. 











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Joe tenía un tablero en pinterest que dictaba por título "recámaras de piratas" en donde había pineado todas sus ideas para decorar y organizar la habitación de su Juliette. Estaba demás decir que se encontraba completamente emocionado con ese proyecto y en su mente ya había hecho una exótica combinación de las más de veinte fotografías que encontró en internet.

El color de las paredes estaba decidido, también algunos elementos decorativos. Por suerte la habitación tenía ya el armario empotrado así que no debía preocuparse por muebles para guardar la ropa. Pero lo que más lo entusiasmaba era la cama que definitivamente sería un barco pirata; ya la visualizaba en la habitación y en su imaginación lucía increíble, no podía esperar a ver los ojitos de emoción de su hija cuando viera el trabajo terminado.

Ese miércoles llegaron al centro deportivo un poco más temprano de lo usual, saludaron a la recepcionista y entraron a paso ligero. Juliette ya se había familiarizado con el lugar y ahora caminaba con soltura brincoteando por los pasillos hasta entrar al campo de rugby.

Fueron los primeros en llegar; apenas la niña piso el césped corrió en dirección a su entrenador quien se encontraba marcando los límites del campo con la cal y tan pronto como estuvo frente a él le dio un tackle con todas sus fuerzas.

Luces en el balcón || BenHardy x JoeMazzelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora