Graciela

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Mi mano se aferra a la pequeña y afilada navaja que poco a poco se va introduciendo en mi piel, produciendo un ligero dolor que da como resultado una pequeña gota de sangre que resbala por mi mano y cae en el piso del baño. Miro como la pequeña gota roja matiza con el color blanco del suelo; de verdad que hacen una buena combinación. Sostengo la navaja con la otra mano que no está cortada y la miro fijamente, al mismo tiempo que miro las venas de mi muñeca.

Respiro hondo y me lleno de fuerzas. No porque quiera arrepentirme, sino porque no quiero sentir el dolor. Algunas personas dicen que no hay dolor, otras personas dicen que si lo haces incorrectamente, el dolor te carcomerá y puedes quedar viva para contarlo.

Trato de recordar todos los pasos en mi cabeza: "Córtate las venas a través del brazo, sumerge el brazo en agua caliente para que no duela". Parece algo sencillo pero debo concentrarme para no cometer ningún error. No quiero sobrevivir para tener que escuchar los reproches de las personas quejándose por lo que hice.

Estiro el brazo y abro el agua caliente. El sonido del agua caer me relaja un poco y me hace sentir un poco más tranquila y preparada para lo que se viene. Mientras la tina se llena de agua, trato de evadir cualquier recuerdo que me haga arrepentir de lo que voy a hacer. No quiero pensar en mi madre o mis mejores amigas. No quiero pensar en si finalmente seré famosa y mi rostro estará rodando por todas las redes sociales como esa chica que parecía "normal" y terminó cometiendo una tragedia.

Finalmente, la tina se ha llenado de agua suficiente. Cierro la llave y sumerjo mi mano lentamente en el agua para asegurarme de que la temperatura es la correcta. El agua está en sintonía con mi cuerpo al igual que todo a mí alrededor. Un silencio inunda la habitación y la temperatura es perfecta. Muchas veces, las sirenas de policía no me dejan descansar y hace más frío de costumbre, pero este día es diferente. Es lúgubre pero perfecto.

Sumerjo un pie en la ducha y acto seguido sumerjo todo mi cuerpo en el agua caliente. Cierro los ojos con fuerza y dejo escapar un pequeño gemido. El agua está más caliente de costumbre y me cuesta adaptarme a esta temperatura. La ropa se adhiere a mi cuerpo y es una sensación muy molesta, especialmente mis calzones. Sí, decidí hacer esto con ropa. No quería imitar una escena tonta de Hollywood en el cual la mujer con cuerpo exuberante se mete en la ducha y al encontrarla, todos pueden verla como Dios la trajo al mundo. Disculpen, pero quiero morir siendo una persona decente.

La mano que tiene la cortada que me hice minutos antes está entumecida y apenas puedo moverla. La herida se ha hecho un poco más grande. Saco la otra mano del agua y sostengo la hojilla con firmeza; o al menos eso intento, pero la reacción de mi cuerpo no me ayuda y mi mano no para de temblar.

Acerco la hojilla con firmeza al brazo contrario y la hundo lentamente...

—¡Graciela! —grita una voz masculina al mismo tiempo que toca la puerta fuertemente.

El sonido de la voz tan familiar me asusta y suelto la hojilla como acción involuntaria. Dirijo mi mirada hacía la puerta y por un momento pierdo la concentración sin saber qué hacer.

— ¡Sé que estás allí dentro, abre la puerta! —grita insistentemente.

Quiero seguir con lo que había planeado pero me encuentro algo perdida. ¿Cómo pudo entrar alguien la casa? ¡Se suponía que estaba sola!

Soy incapaz de pronunciar palabra alguna. Me siento en la ducha y busco la hojilla desesperadamente mientras que los golpes en la puerta no cesan. Cuando por fin encuentro la hojilla, la puerta se cae de un solo golpe y doy un respingo, soltando la hojilla por segunda vez.

Una figura masculina entra al baño enseguida y se detiene a mirarme en la ducha. Sus ojos color café me observan con tristeza y se me hace imposible no derramar una lágrima. Juan está parado justo al frente de mí y sus ojos se cristalizan.

—Todavía no es tu momento —musita con tristeza.

—Siento que ha sido mi momento desde hace mucho tiempo.

—No lo es.

— ¿Cómo estás tan seguro? No es que haya mucha gente afuera de este baño lista para amarme.

—Hay una persona dentro de este baño que está lista y ha estado lista para amarte desde hace tiempo.

Sus palabras son como un acertijo que no puedo descifrar aún. Mi estado mental actualmente me impide procesar las palabras con claridad. Me limito a observarlo de pies a cabeza. Luce una camisa vieja color verde y unos pantalones holgados. Parece no haber conciliado el sueño por algunos días seguidos debido a las grandes ojeras bajo sus ojos. Aunque su aspecto no es el mejor hoy, aún sigue siendo ese chico mayor, atrapado en el rostro de un niño. Ojos grandes, nariz pequeña, piel blanca y labios delgados.

—Graciela, te amo lo suficiente como para que salgamos juntos de esto.

— ¿Me amas? —Niego con la cabeza—, solo me dices esto para que no continúe todo esto.

En eso, Juan se acerca a la tina y se arrodilla. Lentamente, su rostro se acerca lo suficiente al mío como para sentir su respiración. Y en cuestión de segundos, sus labios rozan los míos delicadamente. Tan delicadamente que no parece un beso.

Alejo mi rostro, apoyándolo en la pared y lo miro detenidamente.

— ¿Qué haces? —susurro, con un hilo de voz.

—Te demuestro con hechos de que hay personas en el mundo que si te aman, como yo—sumerge su mano en el agua que ahora está tibia y toma mi mano, elevándola fuera del agua—no lo hagas, déjame ayudarte.

A veces, tu vida si puede ser una película sin necesidad de que estés en las pantallas grandes. No hacen falta los efectos de sonidos o efectos especiales, ni los actores guapos o el final feliz. A veces, solo necesitamos darnos la oportunidad de ser felices, aceptando las cosas como son y creyendo en lo inesperado. Si decides terminar el libro de tu vida bruscamente en el capítulo incorrecto, no tendrás la oportunidad de ver que milagro pudo pasar en el siguiente capítulo. Y así como las películas y los libros, la vida puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, lo imposible se puede volver posible y el amor de tu vida puede venir a rescatarte.

Yo no creía en la magia hasta que Juan, el chico del cual he estado enamorada desde la secundaria, entro por esa puerta y me suplico con ojos temerosos, que no acabara con mi vida. Seguido de las palabras que yo siempre había querido escuchar: "Yo te amo".

Siempre temía comenzar nuevos capítulos en mi vida, pero este sin dudas, será el comienzo de unos de los capítulos más felices de mi vida. 

Fuera de miWhere stories live. Discover now