1: "Genial inicio de semana, Cam"

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El sonido incesante de mi alarma me despierta. Eso significa una sola cosa.

Malditas clases.

Hora de levantarse para ir a la Universidad.

Con mucha pereza me levanto de mi cama, la verdad es que no tengo ganas de levantarme, pero debo hacerlo. De lo contrario, mi abuela entrará por esa puerta y me obligará a despertar derramándome agua helada en la cara, y sinceramente, no quiero eso.

Si algo se debe saber de mi abuela, es que odia que perdamos clases. Ella siempre me ha dicho que si quiero ser alguien en la vida, debo luchar por ello.

Amo a mi abuela. Es la mejor del mundo.

Aunque esa mujer pueda asustar a veces, yo la amo como si fuera mi madre.

Cuando tenía cinco años, mi madre -su hija- nos abandonó por irse con otro hombre. Ella se casó con mi padre a los diecinueve años, era muy joven y estaba "enamorada" de él... además de que me estaba esperando y no tenía de otra. Pero luego de unos años se dió cuenta que en verdad eso no era lo que quería.

Mis padres se divorciaron cuando yo tenía cuatro años y mi hermano, Zev, dos años. En cierto modo no me importó, yo era muy pequeña, así que me dió igual. Siempre he dicho que si no hay amor en una relación es mejor cortarla por lo sano; eso fue exactamente lo que pasó con mamá y papá. Se dieron cuenta de que se casaron siendo muy jóvenes e inmaduros.

Tiempo después de eso mi madre conoció a otro hombre y se volvió a "enamorar", y así se fue dejándonos con nuestra abuela. Mi abuela no podía cuidarnos, así que nos tuvimos que ir con nuestro padre. No me podía quejar, siempre he considerado a mi padre el mejor del mundo. Él se volvió a casar con una mujer diez años menor que él y decidió rehacer su vida con ella, cuando la conocí enseguida me cayó muy bien, siempre era amable y eso me encantaba. Aunque mi hermano no podía decir lo mismo. Nunca se llevó bien con Monique, -así se llama- y yo nunca pude saber el porqué.

Visitábamos a la abuela todos los fines de semana sin falta. Nosotros nos alegrábamos de verla y ella se alegraba de poder estar con nosotros. Mi madre también iba a vernos, decía que nos amaba, y que no por el simple hecho de haberse ido, quería decir que nos había olvidado. No sabía si creerle. Era una niña, pero en ese entonces sentía que el alejamiento de mamá se debía a que nos había dejado de querer o algo por el estilo.

El hombre con quién estaba nunca me cayó bien, pero curiosamente a mi hermano sí. Él maltrataba a mi madre, hasta yo me daba cuenta de eso, y tan solo tenía seis años cuando eso pasó. En ese tiempo mamá estaba embarazada, y en Mayo dio a luz a mi segundo hermano, Joshua. Recuerdo la primera vez que lo vi, era tan pequeño y lindo, lo amé al instante.

Ese mismo año, en septiembre, mi padre tuvo una hija con Monique, a la cual le pusieron Kimberly, pero para abreviar todos le llamamos Kim.

Debo admitir que cuando la ví sentí algo de celos.

Yo era la única niña de papi, y sentía que sería desplazada por ella. Pero eso cambio cuando me sonrió por primera vez, ese simple acto me derritió por completo, y supe que tener una hermanita era la mejor bendición que pudieron concederme.

Para cuando Kim nació, ya mi madre había dejado a Ian -el idiota con el que estaba- y había vuelto a casa con la abuela. Trató de salir adelante sola con Joshua, aunque recibía mucha ayuda de la abuela.

Para cuando cumplí nueve años y Zev siete años, volvimos a vivir con mi madre y abuela. Ella demostró que podía avanzar sin ayuda de ningún hombre, y mi padre no tuvo objeciones contra eso, de hecho, se sintió muy orgulloso de mamá y su fortaleza.

Mala Fama [Libro 1]Where stories live. Discover now