Yo: Porque quiero ir al baile de disfraces del pueblo diafrazada de caballero - le digo en tono sarcástico.

Alloy: Lo siento, no permitiré que te metas en líos.

Yo: ¡Ahora te preocupas por mí! Da igual, ya veo que buenos amigos tengo. ¡Adiós! ¡Qué soñéis con los demonios!

Me voy y los escucho hablar. Pensarán que he estado bebiendo y ahora ando borracha.

Recurriré entonces a mi última opción. Mañana por la tarde son las pruebas, así que por la mañana me colaré en el castillo. Esto sí que será arriesgado.

Vuelvo a casa. Entro despacio, aún escucho a Drew dormir.

Es tarde, tengo sueño. Me duermo al instante.

Despierto con el sonido de unos golpes fuera, deben estar cortando leña en el bosque.

Debe de ser temprano. Tengo que pensar cómo entrar en el castillo.

Salgo a fuera. Mientras camino intento trazar un plan mental, pero antes me paso por la casa de la anciana Addy a preguntarle cómo está. Le ayudo a recoger su cosecha del huerto y ella me da a cambio unas monedas. Yo se las niego, pero ella me pide que las acepte.

Sin darme cuenta, paso por delante de la casa de Annabeth y ella está fuera. Me llama. Yo la ignoro. Lo mínimo que podía hacer era apoyarme, no llamarme loca y hacerle caso al atontado de Alloy.

El castillo está demasiado alejado de mi casa. He caminado mucho.

Lo observo desde unos metros. Puedo entrar por la puerta del servicio, solo necesito una excusa, un regalo.

Con las monedas que Addy me dio, voy al mercado y compro unas hortalizas.

¡Qué desperdicio darles esto a personas que tienen tanto que comer!

Así que me dirijo a la entrada. Avanzo como si nada. Los vigilantes no se dan cuenta, ya que es imposible controlar a todo el personal que entra y sale continuamente del castillo.

Al colarme, veo a un montón de gente trabajando en una gran cocina, más adelante, gente que le lleva obsequios a los reyes...

Paso por entre la gente hacia un largo pasillo.

Sinceramente no sé que hacer ahora que me encuentro aquí, supongo que robar una armadura, pero ¿dónde encontrarla?

No me he acordado de dejar las hortalizas en la cocina y ahora estoy como una tonta con ellas en la mano.

Se me ha enganchado el vestido en una estatua de la que sobresalen ganchos. Vaya tontería de arte, como para sacarle un ojo a alguien más que para decorar.

Se me ha rasgado el vestido, lo que me faltaba.

Sigo caminando buscando una salida cuando me topo con un vigilante.

- ¿Qué hace usted aquí? ¿No sabe que estos pasillos no son para el personal? A no ser que usted venga a limpiar los aposentos.

- Em... sí es que me he equivocado.

- ¿Qué viene a hacer usted?

- Pu..., pues voy a ...

- Dar una vuelta conmigo - escucho hablar a una voz masculina detrás de mi.

Me giro y ahí está Daryon.

- Disculpeme majestad - habla el vigilante y se va haciendo una reverencia.

El príncipe tiene el pelo negro corto, y ojos verdes. Su piel es más oscura que la mía y también es más alto.

Me quedo sin saber qué decir.

- ¿Qué haces tú por aquí?

- Pues..., tu has estado espiándome y ahora te espio yo a ti. ¿Por que qué pagaste esas manzanas? ¿Qué hacias en el bosque? ¿Y en la guillotina?

- ¿No puedo pasear como el resto de personas? Solo me escapé unas cuantas veces de mis deberes como príncipe y tú llamaste mi la atención. ¿Qué haces con esas hortalizas en la mano?

¿Yo llamé la atención del príncipe?

- Una escusa para colarme.

- Ahora responde, ¿qué haces por palacio?

- Em... quiero una armadura.

- ¿Una armadura? ¿Para qué?

- Quiero presentarme a las pruebas para ser parte de la escolta. Mi hermano está allí y yo quiero ir con él, no quedarme aquí sola y aburrida.

- ¿Estás loca?

Me he puesto roja de la rabia.

- ¡Ya le vale a todo el mundo con llamarme loca!, ¿no? ¿Por qué no puedo hacerlo? ¿Y qué si es una locura? Es mi sueño, es lo único que me gusta hacer.. Además, tú ya has visto que peleo bien y manejo perfectamente el arco. ¿Qué más necesito? Ah, claro, ya lo sé, ser un hombre...

Me he dado cuenta de que le estoy gritando al príncipe.

- Lo siento - hago una reverencia a modo de disculpa.

- Me caes bien.

- ¿Qué?

- Que te ayudaré.

- ¿En serio?

- Sí, eres la única persona que ha actuado con tanta naturalidad delante de mí y me ha dicho las cosas como son. Acompáñame.

Estoy flipando, este príncipe no es normal.

- Una pregunta - hablo mientras caminamos - ¿tú quieres casarte con la princesa Cassandra?

Él no me mira, sigue caminando con la cabeza alta.

- No la conozco.

Me quedo callada.

Entramos en una habitación llena de armas de defensa.

- Todos irán con armaduras que le cubran el rostro, así se elegirán por quién pelee mejor, no por quién sea la persona.

Me entrega una junto con la espada y las guarda dentro de una especie de maleta con asas.

- Dentro de tres horas comenzarán las elecciones. Sal por la puerta de atrás.

- Mil gracias.

Él sonrié y antes de que me vaya me dice:

- Machácalos a todos, Diana.

- Lo haré.

Escondida bajo armaduraWhere stories live. Discover now