Única parte.

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Era de madrugada, la noche caí sobre la cuidad de Miami. Erick había salido rápido de su descuidada casa, subiéndose a su motocicleta con urgencia, era tarde y el tenía una carrera importante esa noche. Quería de una vez por todas vencer al estúpido de Pimentel que hace semanas había ganado y se había burlado en su cara.

Erick no lo iba a permitir está vez, el burlador iba a ser él, iba a ganar, estaba seguro, tanto que había olvidado tomar sus suspensores cuando salió apurado.

Era omega, lamentaba cada día serlo porque los omegas no eran permitidos participar en las carreras clandestinas de los barrios bajos, y estaba seguro que si sus compañeros de grupo se enterarán lo iban a golpearlo hasta dejarlo inconsistente.

En ese mundo los omegas solo servían para prestar o vender sus cuerpos, se colgaban de los cuellos de los alfas más poderosos, de los que vendían droga o claro de los que corrían en sus monstruosas motocicletas. Pero no, no eran líderes como Erick, no ganaban dinero ilegal como Erick, no retaban a otros alfas como Erick.

Para los ojos y narices de todos, el pelinegro era beta, un simple y común beta, con agallas.

Se encargaba de tomar suspensores todos los días, de esos fuertes que son para omegas más débiles-aunque el no lo era-pero ayudaba a convertirlo en un beta, había renunciado hacia años a su omega interior, lo tenía encerrado en una jaula negra segura, le gustaba su vida y no por tontos instintos iba a arruinar todo.

Pero...Había alguien, que lo sacaba de quicio, que su omega arañaba la jaula cuando esté alguien se acercaba. Erick convertía esos instintos en odio, repulsión hacia Joel Pimentel el líder del grupo enemigo, ellos dos eran los mejores en ese mundo, tenían el respeto de todos.

Sintió una presión en su pecho y calor en su estómago bajo, sacudió la cabeza y lo dejo pasar mientras llegaba a un callejón amplio y algo desierto, en las esquinas se situaban omegas con poca ropa meneando sus caderas y riendo falsamente, alfas con asquerosos aromas-para Erick-estaban apoyados en sus motocicletas o otros en autos último modelo, betas vendiendo droga, botellas de cerveza tiradas en el suelo y música alta provenían de parlantes de autos.
Sonrió ante el peligroso ambiente estacionado en frente de su grupo.

Saludo a todos con rudos saludos de mano y sonrisas sin mostrar sus dientes, rodeando sus ojos al oler un aroma fuerte pero algo dulzón, Joel estaba aquí, tembló sin saber porque y desvió su verdosa mirada del rizado, fruncio su ceño al ver una sonrisa de aquel,sus manos en la cintura de una omega rubia,mordió su labio con fuerza caminando inconcientemente hasta la pareja que coqueteaba sin vergüenza.

¿Que le pasaba? De repente quería matar a esa omega con sus propias manos, suspiro empujando con su cadera a la rubia sutilmente colocándose en frente del ojimarrón.

Era raro ver a los de chaqueta negra y piercings juntos observándose directamente a los ojos, Erick siempre mantenía la distancia, pero hoy no, no hoy cuando estaba algo mareado sintiendo calor en su cuerpo.

"Hola señor enojón ¿Divirtiéndose con zorras?" La omega chilló yéndose furiosa ya que el rizado la había ignorado una vez que sus ojos marrón se posaron en el pequeño sujeto.

"¿Celoso que no me divierto contigo?" Murmuró roncamente cruzándose de brazos y levantado una de sus sus oscuras cejas.

"¿Me acabas de llamar zorra?"

Joel se acercó al oído de Erick relamiendo sus labios para luego susurrar suavemente y lentamente.

"¿Por qué no le preguntas a tu jodio aroma de omega?"

Y ahí recordó, sus suspensores en la mesita de luz, no los había tomado esa noche, la noche donde iba a entrar en celo y debía tomar más de uno para aplazarlo, tembló exageradamente desviando la mirada a cada persona que estaba en el lugar, algunos estaban en lo suyo pero otros lo miraban curiosamente, estaba apestado a omega en cada segundo que pasaba, y sus feromonas de celo no tardarían en salir o ya lo hacían ya que había escuchado en su ahora débil oído un profundo gruñido.

Jodido Aroma. [JOERICK]Where stories live. Discover now