43. Esta sí es una cita

Comenzar desde el principio
                                    

Le escribo un mensaje a Lucas, quien debía estar aquí desde hace al menos quince minutos. Sin embargo, ni siquiera me lee. Me recuesto a ojear un libro y se me pasa el tiempo, hasta que me doy cuenta de que ya hace casi media hora desde que me avisó que estaría aquí en breve. Le escribo un mensaje nuevo, pero no quiero parecer una novia insistente y cargosa. Probablemente su padre lo retuvo un momento.

Me meto a la habitación de mamá y me recuesto a su lado, para entretenerme con la serie que está viendo.

—¿Van a pasar a buscarte? —me pregunta, un momento después.

—Sí... —consulto mi reloj y comienzo a impacientarme.

Aún no ha leído mis mensajes.

Estoy empezando a concebir la idea de que me ha dejado plantada. Cuando mi celular comienza a vibrar y, al revisar, descubro que se trata de él, avisándome que me espera abajo.

Me despido de mamá y me dirijo hasta su camioneta, que está estacionada afuera. Abro la puerta y no puedo evitar lanzarle una mirada de reproche, mientras me acomodo a su lado.

—Lo lamento, se me hizo tarde —se disculpa.

Se ve tan apuesto que difícilmente me pueda sentir molesta.

—¿Tuviste algún problema en tu casa?

—No —pone en marcha el motor y comienza a mover el vehículo. Pero no se digna en darme explicación alguna.

¿En serio? ¿Luego de hacerme esperar casi una hora?

Procuro mantener la serenidad, a pesar de que esa es una de las cosas que más me cuesta en el mundo. Y hago un nuevo intento por obtener una respuesta coherente.

—Entonces, ¿qué ocurrió? ¿Te quedaste dormido?

Él parece algo nervioso ahora, no me mira a la cara.

—No, tampoco fue eso —evade mi primera pregunta, sin disimular. Sujeta el volante con una mano y baja la otra hasta enredarla entre mis dedos—. ¿Tienes hambre?

Estoy a punto de contestarle que sí, que me muero de hambre, cuando la música que estaba sonando termina y el nombre de la lista de reproducción se hace presente en la pantalla de su radio, como dándome la respuesta a lo que está ocurriendo y que él, evidentemente, se empeña en ocultar.

"Sam".

Suelto su mano de inmediato y frunzo el ceño.

Decir que quiero matarlo, es ser condescendiente.

—¿Qué se supone que es eso? —pregunto, señalando ahora la pantalla.

—Es una lista de músicas que creó mi mejor amiga —contesta, haciendo énfasis en la palabra "amiga" y buscando restarle importancia al asunto e ignorar el hecho de que, al lado de su nombre figura un corazón.

—¿Y tenías que ponerla justo ahora que estás conmigo?

—No la puse yo... —vuelve a tomar mi mano, antes de manifestar lo siguiente—. La puso ella, hace un momento.

Y es así como ese enojo que siempre busca invadirme, empieza a rogar por salir de nuevo.

—A ver, déjame entender... ¿Lo que me quieres decir es que llegaste una hora tarde a nuestra cita porque estabas con Samantha?

—No fue una hora, fueron cuarenta y cinco minutos —se defiende, haciéndome enfadar más—. Y no estaba con Sam. Ella llegó cuando estaba saliendo, por eso tuve que llevarla a casa de Lucía.

Por culpa de un instante (Completa✔ y en físico 📚)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora