Parte única

357 85 189
                                    

Cómo terminé en medio de una pelea a muerte con un robot humanoide es algo difícil de creer, incluso para mí. Pero eso fue exactamente lo que pasó.

Una tarde volvía de trabajar y, al abrir la puerta de casa, me encontré con una persona que no había visto jamás. Se trataba de una chica, una adolescente de un metro y medio de alto más o menos, muy bien formada aunque de contextura pequeña, vestida con ropa mía de entrecasa. Tenía el cabello rubio claro, lacio, largo hasta la cintura; los ojos, cerrados, y el rostro, inexpresivo. Era hermosa, pero no pude evitar sentir un escalofrío.

Un movimiento detrás de ella me hizo saber que Bruno, mi marido, estaba haciéndole algo; tan concentrado, que ni siquiera había notado mi llegada. Carraspeé un poco y hablé.

—¿Y esto?

Asomó la cabeza por un costado, alegre como un chico el día de su cumpleaños.

—¡Llegaste antes! Estaba terminando de configurarla. ¿Te gusta?

—¿Qué es esto?

Se enderezó, puso la mano en el hombro de la cosa esa y dijo:

—¿Te acordás cuando dijiste que querías que alguien te ayudara con las cosas de la casa?

—Sí, pero con "alguien" me refería a vos...

Sin prestarme la más mínima atención, dio un paso hacia atrás, estiró los brazos abriendo las manos hacia el robot y dijo:

—Taráaaaaan!! ¿Qué te parece?

Con tal de no lavar los platos es capaz de cualquier cosa, pensé, aunque sabía que igual habría terminado construyendo algo por el estilo tarde o temprano. Yo sólo le había dado la excusa. Y mejor uno pequeño y constructivo, que uno gigante que destruya todo el barrio. No quise parecer desagradecida, por lo que traté de ocultar mi consternación lo mejor que pude. Después de todo, quién sabe los años que le había llevado. Di una vuelta alrededor del robot para apreciar el trabajo; en una muñeca tenía impreso R.O.B.O.T.I.N.A. # 5.

—Es muy bonita, amor... ¿Qué significa la sigla?

Robot Ogareño Blindado Omnímodo Transformable Inteligente Naturalmente Adaptable. Es la quinta versión. El primer prototipo totalmente funcional.

Volví a mirarla, tratando de alegrarme.

—Muy, muy linda... Pero "hogareño" va con hache, amor.

Le levantó un mechón de cabello detrás de la oreja izquierda y presionó un botón. El robot se enderezó y comenzó a mover las articulaciones. Habría pasado por una persona real de no haber sido por el ligero chirrido de los servos.

—Los muchachos de la fábrica me ayudaron a construirla: el Chino hizo toda la parte de diseño y el Flaco programó la inteligencia artificial. Yo solo habría tardado el doble de tiempo. Igual, lo más difícil fue mantenerlo en secreto para que no te enteraras. Esa manía tuya de meterte a barrer el laboratorio... A que es el mejor regalo sorpresa del mundo, ¿no?

El robot abrió los ojos y habló:

—Di - ga - la - de - no - mi - na - ción.

Una voz femenina muy suave, sin ningún tipo de inflexión. El cabello de la nuca se me erizó. Sus ojos miraban más allá de mí con una inquietante expresión de vacío. Me sentí transparente.

—Quiere que le des un nombre, Ana.

Durante unos instantes, permanecí de pie en la sala, con el bolso en la mano y la campera todavía cerrada, mientras Bruno esperaba una respuesta. Pero mi mente, para variar, iba atrasada en la conversación.

¿Sueñan los androides con tareas domésticas?Where stories live. Discover now