Chasqueo la lengua contra el paladar. Le daba igual, nada le impediría verla.

Ya estaba dejando todo para muy tarde, aprovecharía las vacaciones de invierno; la conocería y se quitaría esa estúpida y molesta necesidad de tenerla cerca.

***

—Algún día crecerás y te darás cuenta que tus reacciones son peores que las de un crío —reprochó Charlotte antes de dejar la taza sobre la mesa.

—Es que no me parece justo Charlotte.

Allen arqueó una ceja con rostro serio mientras dejaba, también, su taza de café sobre la mesa y cogía el periódico que le traía la señora Ferroita con la otra.

—A ti nada, ¡y nunca! Crees que todo tiene que estar bajo tú control —dijo intentando parecer molesta, pero al mirarlo le dedicó una segunda sonrisa radiante—. No digo que Ivy sea lo suficientemente mayor, yo a penas tengo aún diecisiete, pero sabe lo que hace. Y es suficiente mayor para tener novio.
Si no la dejas experimentar no sabrá vivir la vida, coeur.

Kred la miró embobado mientras hablaba. No estaba maquillada, ni falta le hacía a su íntegra opinión, y llevaba un jersey de cachemira rosa pálido que le daba un aire inofensivo y muy inocente.

Llevaba el pelo ondulado, como tanto sabía que a ella le gustaba, con dos trenzas a cada lado que se unían por detrás.

Era simplemente acogedora. Transmitía amabilidad, reconfor, y de alguna manera también sensualidad.

Se podía pasar horas admirándola, como había hecho de aún más joven, pero al escuchar la palabra "experimentar" se rompieron todos sus esquemas.

—¿Diecisiete? Cumplirás dieciocho dentro de poco —divagó en primer lugar. Sacudió el periódico para cerrarlo y negó súbitamente— ¿Experimentar? ¿Ivy experimentar? Ma dieu...

Charlotte rió antes de terminar el último trago de chocolate caliente que le habían preparado.

Suspiró y miró hacia uno de los ventanales del amplio salón. El cielo estaba encapotado y parecía avecinar lluvias. Sonrió dulcemente y miró a Allen.

—Sea como fuere, déjala un poco. Will no parece mala gente. Conócelo, que aún ni has hablado con él. ¿Qué clase de anfitrión eres?

—La clase de anfitrión que no quiere que se acerque a su hermana pequeña —refunfuñó.

Aquella era una faceta que tan solo Charlotte conocía y sólo daba a mostrar con ella.

La vio levantarse e hizo lo propio. Ya eran poco más de las diez de la mañana, y él tenía asuntos que atender.

Ivy tendría tiempo a solas, pensó afligido. Su hermanita, la que ayer jugaba con muñecas de porcelana y corría al escuchar su llegada, estaba creciendo.

Cuando Charlotte salió de Collins Hall, negándose a que Levy la acercara a su casa, comenzó a caminar hacia el parque residencial.
El pequeño jardín que poseía la familia de Allen era hermoso y acogedor, y aquello no pasó desapercibido para Charlotte.
Escuchó un estruendo que la hizo detenerse en seco y mirar al cielo. Estaba mucho más oscuro que momentos anteriores, y truenos resonaban en muda y falsa inocencia. En ese momento se arrepentía sobremanera de no haber aceptado la invitación de Chistopher.

Volvió a emprender el paso, más rápido que el anterior cuando empezó a llover con fuerza. Corrió a resguardarse bajo un porche, y bufó. Soltó algún que otro juramento entre susurros y se abrazó a sí misma.

Maldita fuera su suerte.

No podía volver a Collins Hall, puesto que ya se encontraba lejos y la subida empinada le costaría mucho. Tampoco podía correr a su residencia ya que aún quedaba lejos.
«Si tan solo llevara el móvil encima...» caviló en un momento de despiste en el que se llamó tonta por no tenerlo consigo.

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⏰ Última actualización: Aug 10, 2016 ⏰

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