Capítulo 20: Mordida, mordida, mordida...

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Esto no podía estar pasándome a mí, no aquí y ahora. Bueno, si debía ser sincera, casi debí haberlo esperado. Por un instante me vi tentada de regresar corriendo al elevador pero ni aunque mi vida dependiera de ello, lo cual era bastante probable, me encerraría en una caja con dos ciegos. Eso no era una opción. ¿Escaleras? No, no podía huir, no podía abandonar a la niña con ese asesino cerca. No dejaría que le hiciera daño alguno, mucho menos torturarla para matarla. ¿Y de todos modos de qué serviría intentar huir? Maldita sea, sabía que no toleraría la magia de Holland para atravesar un portal.

¿Qué otra opción me quedaba? ¿Enfrentarlo? Estaba desarmada, ni un miserable cuchillo de mantequilla. Maldita sea, incluso con una cuchara me las hubiera arreglado pero no tenía nada. ¿Podría vencerlo a mano limpia o desarmarlo y utilizarlo en su contra? Fuera quien fuera, no había tenido problemas en cargarse a los otros cambiaformas. ¿Cómo me dejaba eso? ¿Cómo siquiera el sujeto podría reconocerme? Era una Loksonn, se suponía que era más difícil de matar que un cambiaformas normal. ¡No había renunciado a mi espada para no aprender otros trucos a cambio!

Levanté mi manga solo para ver la endemoniada flecha apuntando hacia delante, la tinta quemaba mi piel. Casi al instante la maldita cosa dejó de arder. ¿En serio? ¿De nuevo? ¿Tenía que ponerme a gritar las reglas del acecho? ¿Era esta una nueve especie de juego? ¿Volvamos paranoica a la princesita para que deje de confiar en su marca y no prevea cuando ataque realmente? Quería gritar en frustración, esto no hacía nada más que enfadarme aún más con el maldito loco detrás de todo esto.

Robin cogió mi brazo enseguida y tiró, casi haciéndome caer por la repentina fuerza, todo para poder ver el tatuaje. Hablando de locos... Pero cualquier protesta de mi parte murió en mis labios antes que pudiera soltar palabra alguna. Su expresión estaba lejos de ser divertida o demente o incluso seria como sucedía a veces. Lucía completamente pasmado, y dudaba que fuera algo bueno que un guardián del tiempo reaccionara de ese modo. Sus dedos enguantados se deslizaron sobre la tinta tan solo logrando que mi piel picara más allí.

—Non é possibile —dijo él y sus ojos se encontraron con los míos, la preocupación evidente en su mirada—. ¿Desde cuándo tienes esto?

—Desde siempre —respondí.

—¿Por qué?

—Mi advertencia personal. Cada vez que arde significa que es mejor huir, el sujeto que quiere matarme anda cerca.

—Esto no está bien —dijo Robin y soltó mi brazo enseguida—. Cazzo, questo non é niente bene. Non un'ancora, non tu.

Frotó su rostro con ambas manos, sin preocuparse porque su capucha cayera hacia atrás cuando tiró de su cabello. ¿Del uno al diez qué tanto debía empezar a preocuparme cuando un guardián del tiempo reaccionaba de ese modo? Porque él lucía realmente alterado. Me ocupé que la marca dejara de ser visible de nuevo y bajé mi manga para ocultar mi piel.

—¿Puedes no hablar italiano cuando se trata de mi maldita vida? —pregunté molesta.

—Es un ancla —respondió Robin—. ¿Sabes lo que significa?

—Por supuesto que no, solo sé que cuando arde es mejor correr en la dirección contraria a la que marca.

—Es magia muy antigua, los guardianes del tiempo las utilizamos para marcar personas de modo a lograr seguirlas. Así podemos encontrarlas sin importar el cuándo o cuánto haya cambiado desde que las vimos. Cada vez que arde es porque quien te marcó anda cerca. ¿Y dices que solo lo hace cuando tu vida corre peligro?

—Un guardián del tiempo quiere matarme —dije al comprenderlo y él no respondió—. ¡Por eso el maldito me encuentra siempre sin importar dónde me esconda o cómo luzca! ¡Tengo un maldito localizador temporal tatuado en mi piel! ¿No se supone que tu maldita secta de locos vive para asegurar el mejor futuro posible y ese es uno donde yo no soy asesinada?

Ni lo pienses (Trilogía Nina Loksonn #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora