Capítulo 37. El trato

Start from the beginning
                                    

—Evidentemente— fruncí el ceño mientras bajé la mirada—, pero tú tampoco la ayudaste.

—Yo amaba a otra mujer— replicó—, y tu madre siempre lo sabía.

—Mi mamá solo había sido una prostituta en tus ojos— asentí con la cabeza—¿Qué crees? Ya lo sabía.— sonreí falsamente.

—Nunca la traté como a una— argumentó visiblemente molesto conmigo—, pero tú eres algo diferente a ella. Admito que al principio no supe manejar la noticia y que tenía cierto miedo en decirle a mi esposa sobre una hija que tenía con otra mujer, pero...— lo interrumpí.

—Me tiraste. Te fuiste y nunca más volviste. No te importó si había quien me pueda cuidarme, que me enseñe diferenciar el mal del bien o si tenía la posibilidad de comer algo o si tenía dónde dormir— hablé con lágrimas en los ojos, notando como también los suyos se habían vuelto cristalinos.

—Me arrepiento de lo que había hecho y de cómo había procedido—confesó en voz baja mientras posó su mano sobre la mía. —Si hay algo en esta vida de lo que me arrepiento es la forma en cuál tomé ese problema.

—Es pasado— miré su mano sobre la mía, imagen que me había provocado una tormenta por el interior— Te esperé años, conservé la esperanza de que un día aparecerás, pero con el tiempo entendí que yo solo fui un error para ti.

—No, Milla, estás equivocada— borró sus lágrimas que habían caído por su mejilla—Te busqué. Una semana después de mi partida empecé a buscarte como loco, pero no logré encontrarte.

—Estaba en el orfanato— sonreí tristemente. —La nueva huérfana.

—Ni siquiera conocía tu nombre, hija— dijo—No tenía ninguna foto tuya, nada.

—¿Cómo lograste encontrarme al final?— retiré mi mano.

—Mi esposa me aconsejó contratar a un detective. Fueron muchos años de agonía y falsas esperanzas, pero al final logró descubrir que Milla era mi Romina.— sonrió mientras cerró sus ojos—. Descubrí el orfanato y de allá las cosas se volvieron más fáciles por exterior porque en mi interior el miedo me impedía buscarte por culpa de un posible rechazo.

—¿Por qué decidiste aparecer?— me encogí de hombros.

—Mi enfermedad— murmuró—Cuando entendí que el tiempo me faltaba, decidí no desperdiciarlo más.

—¿Qué enfermedad?— cuestioné, mirándolo preocupada, y él sonrió.

—No quiero hablar de esto ahora. Es la primera vez que logro tener una discusión sin gritos y sin que estés huyendo de mí.— volvió a agarrar mi mano entre las suyas. —Por favor, ofréceme la posibilidad de conocerte.

Había estado tan molesta con él durante tanto tiempo, sin querer escucharlo, sin importarme nada de lo que lo incumbía.
Tal vez hubiera actuado de manera diferente si no hubiera tenido el corazón tan frágil en ese instante o si no me encontraba en los zapatos de una futura mamá. No tenía ni la mínima idea de lo que significa ser madre, pero ya amaba a mi bebé y no quería imaginarme un día en el cual él no quisiera verme, no quería defraudarlo pero si iba a cometer algo que pueda lastimarlo haría todo para conseguir su perdón.

—Estoy cansada de llevar guerras— confesé mientras borré mis lágrimas con la otra mano—, pero me encuentro en una situación que me hace entenderte. No por completo. Parcialmente.

—¿De qué hablas?— cuestionó de inmediato.

—Estoy embarazada de un hombre que no quiere saber nada de mí y de su bebé. Un hombre que nos borró por completo de su vida para volver con su esposa— hablé—¿No te parece curioso que lleve la misma suerte de mi mamá?—entonces fui yo la que cuestionó con lágrimas en los ojos, incapaz de detenerlas.

Te conozco x los zapatos ©®  Where stories live. Discover now